Antes que la belleza vacía y cerrada sobre si misma de una rosa prefiero la simplicidad y el maravilloso perfume de la pequeñita madreselva que en su interioridad expuesta y blanca lleva el poder de amar y no solo de ser amada. Lleva el poder de ser salvaje, sensual, y también de ser madre. Su presencia es mucho más dulce y acogedora que la frialdad de una rosa. Las cosas no son blancas y negras pero siguen siendo rosa y madreselva.
puede ser madre y seguir siendo selva, seguir permitiendose ser selva...y la rosa se marchita enseguida, es efimera y no tiene fuerza...
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