jueves, 12 de enero de 2012

la hojita parda

Hace un tiempo me encontré con una hojita de de otro cuaderno. Era una hoja de otro momento, de otro tiempo, de otra situación. Era una hojita que había quedado blanca en aquel momento y me preguntaba si haría bien en escribir en ella. Y sin embargo, me gustaba la  hojita, porque era una hojita de hoja, bien simple, bastante chiquita, pero linda, porque no era blanca sino media pardita, era de un papel reciclado…cómo me había gustado aquel cuaderno de hojitas pardas… Pero ahora me preocupaba un poco, esta hojita parda que había quedado, sola. Me preguntaba cómo se sentiría, arrancada del pasado y obligada a enfrentarse al hoy. Así, de golpe y porrazo. Todo había sido parte de un proceso espejado en el papel, las otras hojas del cuaderno fueron hojas escritas, re escritas, corregidas, copiadas. Habían abrazado, acogido y visto madurar a todos los firuletes de tinta que cabían en sus brazos de renglones y también en sus márgenes. Habían sido hojas. Y es probable que ella, aún vacía,  haya esperado, ansiosa, el momento de recibir en un abrazo la tinta que la hiciera hoja, que la hiciera poseedora del secreto que son las palabras, quizá soñara con el momento en que ella también recibiría aquellas letras de tinta que no había llegado y quizá, viendo el tiempo pasar, no le hubiera quedado otra más que resignarse hasta un conformismo triste de su forma, su color y su olor a pasado. Entonces se me ocurrió que ella, que había esperado, era quizá la más importante. La que había sido destinada a no ser una hoja más, a no ser anónima. Era la última, cierto, pero por eso mismo, era en ese momento más que una hoja, era un símbolo del tiempo, del cambio, del cierre de un circulo. Y ahora que ella y yo sabíamos todo esto, podíamos abrazar nuevos firuletes de tinta, los firuletes de tinta cambiantes del hoy, que ella recibiría en sus renglones.

martes, 10 de enero de 2012

Génesis.

Tenía ganas de escribir. De escribir cualquier cosa que no fuera cualquier cosa. Cualquier cosa que fuera todo lo contrario, que sonara con el sonido que hay en cada una de las cosas.  Un algo que fuera como escuchar el batir de las alas de una mariposa, que es una y a la vez muchas más cosas. Una y quizá todas las cosas. Que las palabras no fueran palabas sino el origen. Una escritura del antes, del antes del significado, una escritura del inicio. Volver al sonido que es el vestigio del antes del tiempo. Y explorar el nacimiento. Nadie escuchaba. En el silencio. Parto.  Piel. Papel. Una caricia. Y de la nada… el batir de las alas.

domingo, 1 de enero de 2012

el cuento de la lengua extraña...

Mario, esto es para el príncipe y la princesa...

 Había una vez, en un reino muy pero muy lejano en el norte de los nortes, un príncipe solitario que hablaba una lengua extraña. Un día que se paseaba por sus jardines nevados supo por el viento que en el otro extremo del mundo había una princesa hermosísima llamada como la navidad, que vivía al sur del sur y hablaba una lengua extraña. El príncipe le pregunto al viento cómo era ella y cómo lo sabía.
- Me lo dijo el mar del norte - le contesto el viento- y dicen que tiene ojos castaños que saben ver los corazones y el cabello oscuro y es la más hermosa pero que habla una lengua extraña.
El príncipe hizo un barco con sus propias manos que pudiera soportar las peripecias del viaje y se lanzo a la mar. El viento sopló y sopló en sus velas y la luna apareció y desapareció del cielo. Fue en una noche oscura cuando el príncipe llego hasta la guarida del mar del norte.
- Mar del norte, mar del norte!-  gritó el príncipe.
- Quién eres y qué haces en mi morada? -le pregunto el mar.
- Me ha dicho el viento que supo por tus olas que en el sur del sur había una princesa de ojos castaños. Cómo es ella y cómo los supiste?
- Escuché que lo cantaba una ballena que venía del sur, dicen que tiene ojos castaños que saben ver los corazones  y cabellos oscuros y es la más hermosa pero habla una lengua extraña. Dicen también que podía convertirse en personajes de otras historias y hacer reír o llorar a los que la escuchan. Empujaré tu barco hasta donde mis aguas se mezclan con los mares del sur y allí encontrarás a la ballena en su viaje hacia aquellas tierras.
Así fue como las olas empujaron el barco al sur y al sur y la luna apareció y desaparecido del cielo. Fue en una noche oscura que el príncipe diviso cerca de su barco un chorro de agua en el mar y vio a la ballena.
-Me dijo el mar del norte- le dijo el príncipe que supo por tu canto que hay en el sur del sur una princesa hermosa. Cómo es ella y cómo lo supiste? Cómo puedo llegar hasta ella?
- Cuando estaba encallada en una playa de aguas mestizas, lo escuché de un árbol de flores rojas como la sangre. Cantaban sus flores y sus hojas sobre una princesa que tenía ojos castaños que sabían ver los corazones, cabello oscuro y era la más hermosa pero hablaba una lengua extraña. Decía también que podía convertirse en personajes de otras historias y hacer reír o llorar a los que la escuchan. Y que tiene el don de escribir palabras hermosas. Te guiaré hasta el árbol que podrá decirte donde se encuentra.  
La luna apareció y desapareció en el cielo y el príncipe navego al sur del sur siguiendo los chorros de la ballena y se encontraba más lejos de lo que nadie había ido. Fue en una noche oscura que la ballena le dijo al príncipe:
- Hasta aquí puedo llegar porque tu camino sigue por unas aguas que no saben si son de mar o si son de río y no son lo suficientemente profundas. Navega y encontraras una bahía amplia donde anclar tu barco  y en la playa estará el árbol rojo. Te darás cuenta porque escucharás su canto.
 El príncipe agradeció a la ballena  y se adentró en las aguas mestizas. Navego toda la noche hasta llegar a la bahía. Fue entonces que escuchó como cantaban las hojas y  las flores rojas de un árbol que parecía del principio de los tiempos.
-Árbol rojo, me ha dicho una ballena que sabes donde habita una princesa hermosísima que habla una lengua extraña.
-La princesa está en mis raíces- le contesto el árbol y abrió su tronco. De allí salió una mujer de ojos castaños y cabellos oscuros.
Y al mirarse a los ojos supieron que se entenderían porque hablaban la misma lengua y navegaron por todo el mundo hasta las tierras nevadas del príncipe donde fueron felices para siempre. 


 
Noeluchis, pongo en estas cuento simple y despojado toda mi energía, todo lo que te quiero para que tu aventura en el reino del norte junto con el príncipe sea donde encuentres la felicidad. En el cuento resulta que la princesa y el príncipe ya saben hablar la lengua extraña. Pero hablar la lengua extraña que es convivir, crear junto con otro, ser uno siendo en realidad dos,  debe ser un trabajo duro, de todos los días, hasta de toda la vida. Y puede haber noches oscuras también, pero de las noches oscuras puede salir la llave de otra puerta que los hagan estar más cerca, más unidos. Y cuando algún día se miren y sepan que los dos hablan una misma lengua, extraña y única, con la misma soltura y fluidez, debe ser de las cosas más hermosas de la vida. Te quiero mucho mucho! Besos, desde la tierra sombreada por el árbol de flores rojas…




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