sábado, 24 de diciembre de 2011

las caricias

Quiero un vestido largo, Mario, y caminar por el límite entre la arena y el mar y sentir en los límites del vestido, el peso del borde del mar, ese peso que no es peso, ese que hay en el roce de todos los bordes y en las caricias. Sentir también el borde de la arena que también acaricia y se pega a los bordes del vestido y se acerca al mar en afán de caricias y sentir como se tocan apenas, un borde y otro borde. Sentir los bordes del mar, de la arena que son caricias en los límites del vestido y las caricias. Abandonarse al borde y ser todita de bordes para sentir y dar caricias. Darle caricias al mar y a la arena y darle caricias al viento con el vestido y con las manos y los bordes de los dedos y el pelo que acaricia y se deja acariciar por las manos y los dedos del viento que son sus bordes y están llenos de caricias. El vestido y la arena y las caricias y el pelo y las manos y el viento en el pelo y las manos del viento y las caricias del mar y la arena. Dejar que todo sea borde y todo sean caricias que nacen del contacto de los bordes y aprender y juntar caricias para luego enseñarte que las caricias se encargan de hacer difusos los límites y de colarse más adentro de los bordes.

jueves, 22 de diciembre de 2011

se va...


 Se quiere ir. Se va. Me pregunto si habrá sido feliz. Quiero creer que si, que junto a él, que era un ser lindo, fue feliz y que ahora se va con él. Y me importa nada que sea una imagen del repertorio. No me importa nada. Es que de verdad es desde el fondo que quiero creer que cuando se apague se ira con él. Con él  y con él, tomados de la mano pasara a formar parte del todo del que salimos y al que vamos a parar. Es que no me importada nada porque de verdad se apaga, porque esta cansada de muchos días y muchas noches. Porque sonríe, igual sonríe, pero su mirada esta lejos, lejos, bien lejos, en su búsqueda quizá. Que lindo abandonarse al pensamiento que sonríe porque hay algo en su mirada que ya esta lejos, que lo intuye, que lo ve quizá y  que busca irse con él, reencontrarse. Y es que no me importa nada y quisiera que en el apagarse saliera volando esa sonrisa, la sonrisa de verlo otra vez y sentir que otra vez están de la mano. Él la espera hace algunos años ya, y ella lo ha extrañado sin decir nada y en esa sonrisa que vuela le sonríe a él otra vez.

viernes, 9 de diciembre de 2011

nunca más!

Mario, yo vivo en un país que es como un rinconcito de tierra fértil, es un campo hasta el horizonte, verde y manso. Pero hace algunos años, Mario, en este paisito, tan verde, tan manso, pasaron cosas que no tienen nombre. Fueron amarradas violentamente y  con fuerza, sometidas al silencio o camufladas con mentiras y todo quedó sin ver palabras. Es que fueron cosas horribles, Mario. Y es triste, que en este paisito, tan verde y tan manso, tenga un herida tan grande atragantada. Todos acá tenemos, y yo tengo también, a alguien que estuvo ahí.  Hay muchos, la mayoría, que estuvieron adentro pero afuera y vivieron la desesperación más grande de ver desaparecer a un ser querido y no poder hablar, no poder decir, no poder hacer, verse obligados a desconfiar, a callar, a tapar, y ver como el pecho se les iba llenando de impotencia atragantada, de desazón, odio y rabia. Y la palabra desaparecer es desagradable y sucia, es una mentira, porque pareciera que no hubiera responsables, que hubo hombre y mujeres, en esos tiempos, que solo “desaparecieron”. Son algunos de esos hombres y mujeres que estuvieron adentro adentro, adentro de los cuarteles, de las celadas del penal de libertad, de un pozo, meses, años con una capucha en la cabeza.  Ellos saben lo que es el miedo, ese miedo que viene de la inseguridad tan extrema de saber que la vida, el ser, no vale nada, nada. El miedo que viene de la conciencia de que la tortura o la ejecución pueden llegar en cualquier momento y no se sabe, no se sabe, no se sabe cuando. Hay muchas palabras que siguen hoy todavía atragantas, palabras que harían revivir el horror, y nos harías escuchar los gritos, y sentir la desesperación, el dolor, el frió, el hambre y el miedo. Son esas palabras que porque duelen, que porque al verlas salir nos duele ahora, y nos desgarran algo adentro hasta las lágrimas, hay mucha gente que no las quiere oír. Pero yo creo, Mario, que las heridas comienzan a sanar cuando se empiezan a llamar por su nombre. Cuando haya palabras en que la madre sepa lo que le paso al hijo o el hijo sepa porque nunca tuvo padre. Cuando haya palabras para responder las preguntas y no sean mentiras. No sería más dolor confirmar lo que se teme, no sería porque el dolor ya está y el saber, la palabra es siempre preferible al vértigo, a la nausea, a la bronca  de la incógnita y del vacío. Palabras que no sean para vengar sino para entender, para aceptar, para perdonar y perdonarse, palabras que son necesarias para cerrar.  Cuando se empiecen a llenar los vacíos, y se llamen las cosas por su nombre, ahí quizá, la herida empiece a cerrarse y el saber permanezca en esas palabras para que nunca más, nunca más, nunca más.

martes, 22 de noviembre de 2011

La vida contenida en un si...

A ver, que quede claro, esto es solo para sacar. Entonces es para mí Mario, esta vez es solo para mí y es probable que solo yo lo entienda y no quiere ser otra cosa. Tú solo prestame tu oreja Mario, un ratito nomás, y yo te cuento. Necesito contarte aunque no entiendas. Se me ocurre ahora que sacar sin nada más puede ser lindo, Mario, porque también es dar de alguna manera. Es dar lo que es, lo que hay. Me voy por las ramas. En fin…lo que me pasa es que todo vuelve, Mario,  me pasa que todo esta volviendo a empezar. Y yo por suerte soy otra. Volví al principio y yo ya sabía de esto. Cada vez que me cruzo con él es por algo y nos cruzamos siempre cuando se podría pero en el fondo no. Igual es curioso que siempre nos crucemos cuando se podría. Pero en le fondo no. O no se…quién sabe. Yo volví al principio. Al mismo nombre primero y entonces supe que después lo vería a él también. Había llegado en momento en el círculo en que me tocaba verlo a él. Y estaba tan tranquila. Tan tranquila. Porque yo sabía. Y lo único que pude es saludarlo pero yo estaba tranquila porque sabía que lo iba a volver a ver al otro día. Me hubiera gustado poder decirle que yo sabía que había llegado el momento en el círculo, que yo sabía que había llegado el momento de cruzarnos. Es curioso como se mueven las fichas, como se mueven los círculos, como se tocan, se acarician apenas, a veces. Yo sabía que iba a ser solo una caricia. Cruzarnos, solo eso. Pero estaba tranquila. Porque cuando volvemos al inicio del círculo es otro circulo el que empieza y crecemos. Yo no se si él vino a verme o lo llamé con el pensamiento. Es más, recién ahora que escribo se me ocurre que puede haber sido que sabiendo que yo estaba ahí, pesando que sí, que era el momento en el círculo, haya sido él, o puede que yo, tranquila, lo haya llamado con el pensamiento. Estaba melancólico un poco. Y había algo en su mirada con lo que me encontré en el nombre repetido también. Había una tristeza chiquita colada en sus miradas, había dos pequeños vacíos. Me hubiera gustado preguntarle, para que supiera que yo sabía del vacío, me hubiera gustado preguntarle …estas bien? Solo eso. Y me iba a contestar que sí probablemente, pero no importaba. Era para que supiera que yo sabía y que viera en mis ojos que yo podía contagiarle fuerza. Porque llenos de fuerza damos eso que somos, eso que es la vida. Porque he descubierto que me gusta mucho dar, contagiar fuerza siempre que la tenga. Y que en mis ojos, en mis manos o en mi boca haya miradas, gestos, o palabras que sean como abrazos calentitos.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

A modo de explicación...


A modo de explicación de esta cuestión de los días…

Hubo idas y hubo vueltas. Y hubo más idas. Y hubo más vueltas. Y en algunas de esas vueltas o de esas idas conocí a tres personas que fueron las que hicieron que esos días fueran. Esto no es para ellas, esta explicación digo, porque ellas ya lo saben y tienen por algún lado todos los días. Porque los días fueron para Mario, y para ellos y a ellos y a Mario les hablo, en esos días. Al resto, al que le interese va, le paso a explicar esta cuestión de los días. Lo que pasa es que como ya dije en no se qué día, las palabras son como la vida, entonces no se quedan atrás y también dan vueltas y tienen sus idas y sus venidas. Y a veces pasa –bastante seguido de hecho-  que todo termina siendo al revés. En este caso al principio fue el blog, aunque había algunos textos que ya eran antes de ser el blog. Pero después se fueron convirtiendo en otra cosa, una cosa entera, de donde salen estos fragmentos de días y sucede ahora que fragmentos de los días vienen a parar al blog cuando antes eran fragmentos del blog que iban a parar a  los días. No hay solución. Así de complicadas son las vueltas de tanta ida y tanta venida. Y para peor, para seguir dando vueltas,  se llaman igual, el blog y los días, se llaman escribiéndole a Mario. En fin, yo me divierto bastante. Pero para ustedes, no se si ahora esta más claro o más enredado, este lío de idas, de venidas, de vueltas, de fragmentos de los días.

del Día siete...


Sueño hacer real
una vaga presencia que en el presente
es tan real como la realidad ausente
que tienen los sueños.

Me aferro adicta
al dulce sabor de ese mundo de ensueños
que tierno y con fervor
satisface mi necesidad de creer
posibles los sueños.

Pero inocente es el sueño que sueña
que seas real y no ensueño.

Amarga realidad,
dulce queda el sueño.

Con estas palabras se inauguró mi escritura, hace algunos años ya. Se inauguró el juego y se me despertó como una intuición que a veces me dice que tengo palabras que quieren salir. Y el juego, la intuición, todas estas páginas, Mario, estos siete días de palabras, son producto del sueño ese que aparece en el primer verso…
…Hay muchas historias que vuelven al principio, como volví yo, citando los inicios de mi escritura. Y cuando hacemos análisis, decimos que son libros o textos circulares, y eso de morderse la cola, se interpreta algunas veces como algo asfixiante, de donde no hay escapatoria. Y nunca me pareció del todo bueno ese análisis porque no tiene en cuenta todo lo que pasó en el medio. No tiene en cuenta el cambio que es constante en todos y para todo, hasta para los personajes de los libros. Y vivimos muchas veces volviendo al principio, pero a otros principios, que podrán parecer iguales pero son siempre diferentes,  porque hay cosas que pasaron en el medio. Estas páginas son lo que pasó en el medio. Y yo, y estas palabras también, volvimos al principio, de mi sueño, de ese sueño del primer verso, es decir, también, de mi escritura…

del Día seis...


Brindo por los que les gusta darse la cabeza varias veces contra la misma pared. A veces, cuando me decepcionan, pienso que tendría que aprender a nunca llevar el corazón conmigo…por si me lo quitan. Es que sueño demasiado yo. Me cansé de escribir con sentido, hoy estoy cansada. Y voy a escribir como venga, como salga, como quieran ellas, las palabras.  El sol se escondió escondido detrás de unas nubes. Claro, es que no se puede escribir con gente alrededor, pobre sol. Sucede que el alma no se muestra siempre, como el sol al atardecer. Cómo hacer para ser que rima y quiere seguir, pero me quedé sin palabras. Así es. Con un buzo color salmón. Es como yo el sol que en su momento más esplendido se asegura de tener un escondite para camuflar lo que pueda sobresalir. Pero que no te vea tirar ciruelas. Me gusta el color de las ciruelas y qué bonito que es también el color del mar justo justito después de la puesta del sol. Es azul piedra y brilla pero opaco. Oxímoron se llama eso. Qué lindo. El color azul piedra digo, no el oxímoron. El oxímoron tanto da. Como jugar y ser jugando. Son ranas…y olas. Ser como las olas y no como las ranas y del color del mar justo justito después del atardecer y después la sobriedad y el misterio. Azul piedra. Luna, luna, luna llena, menguante. Linda canción. Semi-oscuridad. O circularidad o bipolaridad. Todo con -dad. Que chiste. Sí, pero de las palabras. “Eso es todo amigos”, de lo sin sentido pero no tanto.

 A veces, Mario, releer algunas de mis palabras me puede poner triste porque son recuerdos de paraísos perdidos. Otras, muestran el cambio porque ya no son, como estas…

del Día cuatro...


Quisiera mil y una noches de esas, Mario. Y quizá con el tiempo, con los mimos de palabras calentitas, con los besos soñados, y una narración que te acaricie suavecito, de a poquito dejes de ser una ausencia. Muchas veces pasa, Mario, que todo empieza a ser al revés y sería lindo. Y entonces tener tiempo, mucho tiempo de buscarnos y huirnos y buscarnos y huirnos, como la tierra y el cielo. Mucho tiempo para sonreír hasta que nos duelan los cachetes y seguir sonriendo. Sonreír con la boca y con los ojos y con el cuerpo y ser solo sonrisas par el otro. Y tener tiempo de ser lágrimas también.  Tener tiempo para tener calor y frío y calor y ganas de quedarnos y tiempo para tener ganas de ganas, solamente.

del Día tres...

 ...pensaba, que hay textos que salen para a fuera todos prontitos, que no necesitan retoques, o casi ninguno. Es como dar vida a algo que ya está en todo su esplendor. Algunos nacen verdes -y esta vez me refiero a la inmadurez y me dejo de hinchar con el juego con el verde- pero maduran bastante rápido, mientras que otros maduran lento, lento, lento, y se resisten, y patalean cuando queremos moldearlos, llevan meses ahí en la vuelta, aparecen y desaparecen y vuelven a aparecer hasta cristalizar en algo. Otros simplemente no cristalizan en nada más y se quedan, rebeldes, siendo jirones de algo que podría ser. Y a veces, haciendo limpieza de papeles con palabras, me cruzo con esos jirones. Son como la vida las palabras Mario, son como los seres humanos, terriblemente complicadas. Son exactamente como organismos vivos. Cada cuento, cada texto, cada frase es una y la vez es infinita, en el todo y en sus partes. Las palabras hacen, crean, dan forma, Mario. Por eso al principio era el verbo. Las palabras tienen una historia que no se sabe donde empezó y donde va a parar y son producto de esa historia y a veces se escapan, pero su historia siembre queda en su significado, al igual que nuestras historias se quedan en nosotros. Las palabras son siempre una eterna búsqueda de algo redondito y completo, de la otra mitad, de esa otra cosa que las haga ser enteras, que las haga ser algo más que palabras...

Casa




Un regalo de papá para el blog....este es el refugio y ahí estan, los lagartos y la yara, el timbó los cipreses y los aloes, el rancho y la casa nueva, el estanque, el parrillero,  la portera,  el tendedero, el banco, las colas de zorro, el puente, las rocas, la playa, los barcos, el faro, la tierra, el agua y el cielo.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Seda.




"-Tú estabas muerto.
Dijo.
-Y no quedaba ya nada hermoso en el mundo."


Mario. Una mañana en una terraza. Una pareo violeta esparcido sobre un piso de baldosas calentitas. Mi pelo, libre, esparcido. El sol y mi piel blanca, muy blanca. Y un libro.
Seda.
Una escritura poética con pliegues, con curvas hermosas. Sus pausas, sus palabras repetidas, todo un libro que era como una caricia, suave, sutil, tierna, conmovedora, leve, melancólica. Todo un libro contenido en un título. Seda.
Y escribo y noto, en mis palabras, como se reflejan sus pausas, sus curvas, su caricia imperceptible.


miércoles, 2 de noviembre de 2011

mis papeles!


Ellas (y yo)

Con las palabras sacamos vida para afuera, sacamos alas, besos, y verdes y azules y noches estrelladas. Pero si las forzamos a encajar es como que se quedan ahí y no trascienden y se quedan siendo solo palabras. No muestran que son universos que tienen toda la energía del universo, que tienen el amor y la vida en sus letras. En esos instantes no las quiero, las rechazo, detesto que se queden cortas y que todo lo de adentro y lo de afuera  para sacar quede inexplorado. Pero no son ellas en realidad, soy yo que  no se encontrar la vida que tienen adentro y me quedo solo con el caparazón, con palabras secas que no me muestran la magia de una noche estrellada. Soy yo que no se esperarlas y tenerles paciencia hasta que den flores hermosas. Hasta que me muestren la vida y el universo y el amor que está afuera y adentro de ellas. Hasta que lleguen al fondo y me hagan quedar maravillada frente al misterio del cielo nocturno que brilla y la vez es oscuro. Yo quiero todo eso que hay en las palabras, quiero los misterios entonces es mejor dejarlas y solo saber que hay temporadas que vienen y hay temporadas que desaparecen, y van y vienen y desaparecen. Cuando se van las extraño. Me pregunto donde andarán. Pero cuando no están, no están, así que mejor no las busco, no hay impulso, porque no están.  Y espero y les doy tiempo como hacía Felisberto  porque son como un vacío que cuando se agranda mucho enseguida aparecen. Y se llena todo de nuevo de palabras que arañan, que duelen, que acarician, que susurran, que se ríen a las carcajadas. Palabras que son como un relajo de palabras, que se marean, que se entreveran y andan al tún  tún jugando, respirando profundo y acariciando plantas convencidas de que las plantas sienten las caricias.
                                

martes, 1 de noviembre de 2011

Experimento color maceta

Elegir una –entre miles (de palabras?)- :
maceta
- cóncava, acogedora, abrigadita,
y color maceta -
de un terracota claro que es un color calentito.
Digamos que con una planta,
grande o chiquita, mas grande o minúscula
-pero verde-.
Podría estar vacía pero la quiero llena,
quiero sus hojas, entonces
-verdes-
esta llena (la maceta).
Entre miles (no es un detalle: sin paréntesis)
ser como una planta – verde-
de muchos verdes y en una maceta
-cóncava, acogedora, abrigadita y color maceta-
Juntar caricias de agua y caricias de sol
hasta poder dar.
(Entre miles –dos palabras- :)
solo eso.

sábado, 29 de octubre de 2011

Sueño de octubre.

Esto no va con el resto. Esto hay que dejarlo a aparte para que no contagie otras palabras, para no mezclar palabras de verdad con palabras de un sueño. De  un sueño de octubre, de este octubre que este año es una primavera que no llega. Me lastimaban, me herían las palabras y toda yo era eso que fui siempre, esa cosa que no es y yo quería huir pero quería que me fueran a buscar y todos me miraban porque estaba actuando como una niña pequeña que llama la atención, una niña lastimada. Estaba repitiendo una eternidad. Estaba repitiendo todo. Primero yo lo enfrentaba y era mucho más alto de lo que es pero yo le sostenía la mirada y luchaba. El otro no hacía nada y leía el diario. Nadie me defendía y todos me ahogaban. Porque estaban todos. Ninguno hacía nada pero estaban todos y nadie entendía. A mis ojos todos eran espejos que me reflejaban mi propia herida y me veía o me creía ver, nunca absorbida, siempre reflejada en los ojos de todos. Entonces quería huir, huir pero quería que me fueran a buscar y salí corriendo porque quería huir y todos me miraba o nadie me miraba pero yo sentía vergüenza igual, vergüenza de actuar como una niña que llama la atención y me pellizcaban para que me callara y me dolía y odio cuando hacen eso y quería devolverle una cachetada. Los árboles y la calle, todo era gigantesco y yo chiquita.  Y al final me iban a buscar pero yo no quería y quería que me fueran a buscar. Y cuando se iban era tanto el abandono, era tanta la soledad que quería gritar muy fuerte por el dolor pero después aparecían y tampoco los quería a ellos pero había un poco menos de abandono. No se si era correr para llamar la atención y que me buscaran o era correr rápido para tratar de alejarme de ese pozo de abandono que pareciera que es lo único que me ata, que me hace necesitarlos, que pareciera que es lo único que me hace tener algo. Porque no soñaba con otros, no soñaba con nadie más y pareciera que los únicos que podrían irme a buscar fueran ellos solo porque son ellos. Y entonces me desperté. Me desperté cuando empecé a llorar. Y lloraba cada vez más hasta que paré de llorar. Y es curioso que ahora que escribo recuerdo el por qué, recuerdo el por qué de las palabras hirientes pero no las recuerdo a ellas e hice bien en borrarlas porque ahí empezó todo, porque estaba yo y estaba la música y entonces estaba yo entera.

martes, 18 de octubre de 2011

todo lo que nos queda...


Mario, esto no es para ti,
pero también quiero que los conozcas...
es para Marti, para Clari y para Feli.

¿Qué cosas nos quedan? ¿Qué cosas nos quedan en común cuando no nos queda en común más que un montoncito de recuerdos, un montoncito de historias vagas y borrosas, casi cuentos, que la cabeza nos narra una y otra vez a nosotros mismos? ¿Qué cosas nos quedan en común cuando no nos queda en común más que ese montoncito de pasado que cambia y se borra y aparece porque es medio recuerdo y medio inventado? …¿Qué nos queda?…Pareciera que nada, pareciera que ni un suspiro… pero quedan, quedan retazos, quedan esos cuentos, queda una añoranza y quedan también los suspiros…queda porque intuimos que queda, que esta guardadito y sale a veces…queda porque al encontrarnos sucede algo extrañísimo y es como si no nos hubiéramos separado. Queda porque sabemos que queda, arena, pasto, playa, noches, quedan las ganas de salir volando por una ventana de aquella casa de Pta Ballena y quedan fideos que vuelan.

viernes, 14 de octubre de 2011

partituras

Hace poco hice orden, si eso es posible, en mis partituras y entonces ahora escribo en partituras. Del otro lado, claro.  Son partes de orquesta o partituras que tengo repetidas en una edición mejor. Es divertido por que se ven las notas a través. Un Hoffmeister en una edición ilegible que no se ni de donde lo saqué, un concierto para dos cellos de Vivaldi que ya ni me acuerdo cuando toqué…ah si, ya me acordé, era la única viola en la orquesta. Fue una experiencia bastante frustrante luchar contra una fila de 6 cellos además de los cellos solistas. Bueno, ni que tuviera en la parte algo que se tuviera que oír. Un compás si, un compás se me tenía que oír para una entrada. Qué milagro! Esta Schumann, Märchenbilder, los cuentos de hadas…qué difícil…pero qué bonito! Tengo otra edición que está mucho mejor. Están Marcello, Torelli, y alguno otro barroco de esos que no le llegan ni a los talones a Bach…pffff que embole! Partes de orquesta de viola además! Imaginate Mario lo que puede llegar a ser eso de aburrido. Esas cosas que uno no va a volver a tocar en la vida. No son como las sinfonías de Beethoven o Tchaikovsky que te las vas a cruzar toda la vida. La 5ta de Beethoven...creo que es mi favorita de ese compositor. Segundo movimiento...qué cosa mas divina! Beethoven si que sabía lo que era el poder de la cuerda baja...ay, ya, por dios, que manera de irme por las ramas. Ahora escribo sobre  un estudio de técnica de ese libro que se hace antes de Kreutzer…no me acuerdo del nombre…en fin ya va a venir. O no. Tanto da. Era el estudio 7 creo. Martelé: mi si sol mi si sol. Tres bemoles en clave. Quedó claro que estamos en mi bemol mayor, no? además termina con un esperadísimo acorde de tónica. Muy creativo todo, muy a lo estudio de técnica. Es probable que no tengas ni idea de lo que estoy hablando pero bueno…en el fondo no importa. Es que se traslucen las notas y se ven al revés y me divierto leyendo al revés, de derecha a izquierda y me rió porque no llego a ningún lado. Escribo en partituras porque casi que se me se acabó otro cuaderno de escribir y así aprovecho el lado blanco de las hojas. Y es que he escrito mucho en estos últimos meses y se me van los cuadernos, se me van todas las hojas, se me van como agua de palabras. Este todavía no se terminó, algún huequito queda, alguna pagina en blanco perdida flotando en el agua de palabras. Pero entre que soy medio ansiosa y me gusta hacer la transiciones –hasta de cuadernos- lentamente, acá me encuentro, escribiendo en partituras, y abajo de mis palabras veo justito el acorde de dominante y...tónica.

los días verdes

Hace rato que quería venir a su encuentro palabras, pero la cosas se fueron atrasando. Acá estoy, un poco tarde, un poco cansada y con palabras que no quieren nacer, que no quieren decir y son como pétalos caídos. Yo quería que fueran palabras como muchas manos fuertemente tomadas de las manos, que amortiguaran el dolor  de todo y de las contracciones de hacerlas nacer, así tan verdes en estos días verdes. Pero no quieren nacer porque hoy todo es verde, de ese verde que tiene gusto a lágrimas, porque no veo las manos, porque tengo todo atragantado. Entonces agarro palabras de de por acá y de por allá, hago un rejunte de palabras de varios días, de varias tristezas verdes porque hoy no hay nada más y quizá todas juntas sean algo.
Es que hoy tengo una tristeza que no se de donde salió ni a donde va. Vino, quizá, de una guitarra que llora notas tristes, que son como gotitas de lágrima y duelen, chiquititas y solas en un rincón, vino quizá de una torta de cumpleaños, de estos días que fueron  verdes.  No del color verde sino del verde de mis ojos que es más verde en los días vedes. Ya sabés a los que me refiero, Mario. Mis ojos cambian de color según la luz, según el día pero son siempre de un verde extraño y tan verdes en los días verdes.  Ayer miraba mis ojos, y pensé que se les notaba que era un día verde. Va, se les nota todo a mis ojos. No saben hacer teatro, no se ponerles mascaras y por eso cuando no quiero que me vean los escondo a ellos, que eso donde estoy toda entera. Es que el fondo de mis fondos se trasluce, sin que yo pueda evitarlo en mis ojos verdes. Cuando veas que no encuentro las palabras, que me quedo callada, mirame a los ojos, Mario. Está todo en mis ojos, porque no saben hacer teatro, porque no se ponerles máscaras y si no te miro y no me miro, ahora mismo a los ojos, es porque no quiero que me veas y no quiero verme a mi misma. Y estas palabras resuenan con un eco antiguo que me molesta.
Me da un poco de rabia que mis ojos tengan una cara y unos ojos con forma de buenos y no hay caso, no puedo camuflarla. Me da un poco de rabia que sean grandes, redondos, un poco hacia abajo y con unas gotas de un no se qué que me da rabia y que tengan  unas pestañas largas que camuflan que son largas con unas puntas rubias que no se ven y que son como mi pelo largo y van con cuidado hacia adelantes y me da rabia que acaricien el mundo que a veces no se merece que lo acaricien y que todo esto suene tanto a chiquito y a indefenso y que parezca que a mi ojos hay que mirarlos con una especie de cuidado.  
Me da un poco de rabia que me salgan palabras verdes, palabras que tienen  gusto a notas de guitarra que lloran, y que les cueste tanto nacer. Yo quiero rebelarme contra esa tristeza que se me pega a veces en los días verdes, que me busca, me persigue y me encuentra y no me deja y contra una melancolía  que también es verde y cansina.
Quisiera rebelarme pero me ganan y no puedo y me arrastro y me quedo escribiendo, repitiendo palabras verdes, palabras tristes, como el color de mis ojos en los días verdes. 
Es que también el cielo  está verde y hasta lo que escribo está verde porque es el mismo marcador del otro día, que siempre quiere ser azul y termina siendo gris con gusto a verde.

lunes, 10 de octubre de 2011

Estrellas fugaces.

Podrá parecer una insignificante casualidad, un chiste, una burla, de esa energía que manejaría los hilos, pero a pesar de los miles de kilómetros nos hablamos en el mismo instante, coincidimos en intención justo al mismo tiempo. Te voy a contar un secreto y es que para mi nos llamamos con el pensamiento. Y para seguir con la rima asonante diría que fue riendo, volviendo a pensar y escribiendo que empezaron a tener valor para mí esos misteriosos instantes de encuentro, esas milésimas de segundo de nuestro tiempo, que son un grano de polvo perdido en el tiempo de los tiempos. Y que como las estrellas fugaces, me hacen cuestionarme sobre el enigmático mandamiento que nos impulsa en esos segundos minúsculos, intensos y cargados de eternidad, de frutos encuentros y desencuentro, a hacer, a no hacer, a decir, a callarse, a inclinarse, a llamar con el pensamiento.

Llegó!

Mario, hoy te quiero contar que llegó, a vos y a todos les quiero contar. Que es chiquita pero panzoncita. Recién nacidita y ya tiene un voz hermosa, una voz que recién empieza a sonar y que se sorprende a si misma todas las veces, un voz que tiene gusto a madera nueva y  va a ir madurando con los años y siempre va a ser otra, nueva, única, siempre. Pobrecita, lo que tengo que hacer ahora es tocar  segundas menores, semitonos, no se si saben lo que es eso. Imagínense que es como cuando una mamá le tiene que darle una vacuna a su bebé recién nacido y no quiere pero sabe que le va a hacer bien y la mamá sufre más que el bebé…bueno, es parecido. La vibración de la disonancia es tan grande que hace que la madera se vaya abriendo de a poquito, que crezca se podría seguir si seguimos con la metáfora. Y yo como una mamá primeriza, inmensamente feliz de tenerla conmigo, después de la espera, aprendiendo a conocer las necesidades de esta viola tan hermosa. Cuando llora, cuando grita, cuando canta… sobre todo cuando canta. Estamos recién en el principio, juntas.

sábado, 24 de septiembre de 2011

un 3 de setiembre

Hoy era su cumpleaños. Pero no me acordaba. Es que casi no me acuerdo nada de ella. Me acuerdo  solo vagamente, de una mirada, tranquila, casi resignada a veces, y tan cansada a lo último. Una mirada desde el fondo y hasta el fondo, que se volaba a veces y paseaba por ahí. No me dejaban verla a lo último, no me dejaban. No se de qué dolor querían prevenirme porque el dolor estuvo igual después. No me acuerdo de ella pero me acuerdo del dolor, después, cuando no estaba más.  Me acuerdo si, de unas manos bastante grandes, amplias, o por lo menos me lo parecían a mí en ese entonces, como las que tiene mi mamá también y quizá  haya algo de eso en que me guste mucho la gente con manos grandes. Tenía manos para dar mucho y se quedaron cortas. Quizá si buscara para adentro adentro encontrara otros recuerdos. Quizá. Pero es que en cierto modo ella también fue una ausencia porque no supo o no pudo contra un mundo que invadía sus espacios y le quitaba de las manos lo que tenía para dar. Ayer, que es otro ayer del ayer de cuando empecé a escribir esto, había luna llena, una luna gigante que iluminaba todo y pensé en ella y le hablé, desde adentro, mirando la cara de la luna, y me pareció que finalmente, ahí estaba ella.

martes, 20 de septiembre de 2011

Color gris (en azul)

A ver qué dicen las palabras cuando no quieren salir, cuando no están ahí, cuando estoy cansada y con dolor de espalda de muchas horas de ensayo. A ver qué dicen. Divagan, dicen gris, como el marcador grueso que era lo único que encontré para probar y ver qué decían. Las miro, las miro y sus bailes, sus curvas de color gris me hacen acordar a la caligrafía de mi mamá. Con los años cada vez se parecen más esos bailes, como si escribiéramos al compás de una misma música. La mía, un poco mas desprolija quizá, mezclada un poquito con la de mi papá. Pero a ver, a ver qué dicen, divagan, no dicen nada. Dicen gris, no dicen nada, no las escucho, no están. Hoy no hay palabras. Bueno, sí las hay. Son estas, que no tienen magia, que no suenan, que dicen gris, que no dicen nada.

Punto y aparte. A  la línea. No quería estas dos frases juntas. Quería saltar. Me río, de cansancio quizá o de que, sea o no el caso, yo escribí una vez, hace como un año ya, que a veces las palabras dicen mucho diciendo nada. Eso es, seguía aquella otra frase.
Ah…lo del azul es porque el marcador es uno de esos que tienen un color de un lado y otro del otro, no se si alguna vez vieron uno de esos. Alguien había intercambiado las tapas, y todo esto que quería ser azul,  por cliché, quizá, o por gusto al color, terminó siendo gris, pero a lo último, cuando fui a escribir el título color gris, lo escribí, finalmente, en azul.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Tunita

Hoy me acompaña una tunita chiquitita. Es como las grandes pero chiquita. Tiene sus espinitas que todavía no pinchan mucho y tiene unas raíces chiquitas también. Es verde y en eso no difiere de las otras tunas. La agarré del piso. La elegí porque la vi primero. Agarré una pala y aflojé la tierra al rededor para que salieran las raicitas, la agarré de una de sus espinitas y afuera. Usted se viene conmigo y no se preocupe que yo la voy a cuidar, sabe? Aunque no va a necesitar mucho cuidado cuando sus espinas se pongan fuertes. Yo ahora la cuido bastante y después, usted, cuando sea un poco más grande y tenga más uso de razón,  le doy permiso para pincharme a mi también cuando considere que sea muy necesario, ta? le parece bien? pero que sea despacito, igual. Tonces quedamos así. Y a cambio usted después me cuida a mí también.
Cerramos esa especie de trato con la tunita bebé. Todavía no sabe hablar bien, porque es muy chiquitita,  y no se si entendió todo lo que le dije, capaz que le hablé muy rápido, pero me pareció que le parecía bien, por lo menos la parte en que la voy a cuidar, porque donde estaba había mucho viento y mucha arena y mucho frío. Siempre me gustaron las tunas, Mario, porque muestran  al mundo sus espinas, se protegen, pero adentro, en el fondo, son pura agua y la cuidan al agua, la saben guardar aunque el mundo sea hostil. Adentro, siempre agua.


                           

viernes, 9 de septiembre de 2011

Emilia y Lucía.

Es un poco como que las palabras salen de los sentimientos y podrá sonar a frase hecha pero es que en el fondo es verdad. Y es la ternura hoy, Mario. Una ternura que ya había sentido antes pero que esta vez  fue especial. Fue ayer de noche en un cumpleaños con niños. Y había dos niñas chiquititas de un año y poquito que se llamaban Lucía y Emilia. Nunca antes nos habíamos visto pero ellas, en ese cumple, me vieron a mi. Fue rarísimo. Me vieron. Emilia estaba lejos con su mamá y de repente me vio y cruzo solita todo el living y me tiró los brazos para que le hiciera upa. Justo tuve que bajar a abrir así que la dejé en el piso pero cuando subí, al ratito ahí estaba de nuevo Emilia pidiéndome upa. Charlamos un ratito, yo con palabras, con las manos y ella con las manos también y con ruiditos y después se fue a jugar. Lucía fue diferente. De repente se vio perdida porque no encontraba a su mamá e instintivamente y desconsolada, me tiró los brazos a mí. Fuimos con su papá y desde la falda de su papá me miraba y me miraba y todos me tomaban el pelo de que las tenía hechizadas  esa noche. Pero en realidad la que me tenía hechizada a mi era Lucía. Era yo también la que no podía dejar de mirarla. Había una conexión especial y extraña entre Lucía en la falda de su papá y  yo en mi silla y estuvimos las dos prendidas un rato. ¡Que mirada tan pero tan divina! ¡Que cosa tan increíble! Era tan profunda, derecho a los ojos y hasta el fondo, era tranquila, segura, tierna, buena, como de grande, como una mirada que saliera desde el fondo de los tiempos y desde el fondo de los tiempo me salía a mi una ternura, me salía, como una pizca  de esa cosa media instintiva que deben de sentir las mujeres en el momento de hacerse mamás pero que antes ya está ahí y sale a veces y es un sentimiento increíble como esa mirada. Es una energía que está guardada y de repente corre. Qué hermoso sería, algún día, tener una niña como Lucía.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Otra vez Mario.

Para los que me preguntaron sobre él. Nació en junio, el 22 creo. Los dos patos. Y era como una idea o un sentimiento. No tenía forma ni nada. No tenía cara, ni ojos, ni cuerpo, no tenía no tenía porque no tenía nada. Pero nació después. De la nada. En junio, un 22 creo. No sabía ni como llamarlo yo. Era toda una amante inexperiente. Era raro. Porque no sabía muy bien como bautizar algo que había nacido siendo solo una idea y que en realidad no era nada. No sabía ni si tenía derecho. Sigue siendo nada aunque en realidad ya es algo por que tiene un nombre y tiene esto. Es un nombre provisorio que le encontré, hasta encontrar el verdadero, porque soy inexperiente en nombres.  Nació un día de un impulso que vino y que fue una mezcla de ganas viejas de sacar las palabras y de haber conocido a alguien que me  animó y me cambio en la fuente. Y ta, nació él. Era un día de esos en que le pregunto cosas raras a la gente y me puedo quedar rato rato mirando el fuego o el cielo o un árbol o el humo de un incienso que tiene formas lindas de cinta de aire. Agachadita ahí, mirando. Era un día de esos. Y entonces me acordé de la flor de lis, de Marosa y de su Mario, que era su amor y su ausencia, su deseo y su vacío. Entonces intuí que ese podía ser el nombre, para él, para el nacido en junio o vaya uno a saber en que fecha nació de verdad. Pero no sabía bien, así que intenté saborear el nombre despacito, con cuidado. Era extraño al principio y me sabía como algo ajeno pero se me ocurrió que de hecho, todo en él me era ajeno, indescifrable y borroso como el futuro, como esto, entonces supe que le iba bien ese nombre provisorio  y lo repetí varias veces para acostumbrarme a los sonidos. Se llama Mario, pero como ya dije, es una ausencia. Mientras, para que vaya sabiendo, le dedico mis palabras.

lunes, 29 de agosto de 2011

Hoy quiero.

Hola. Mario. Hoy. Quiero. Que. Te. Detengas. Es. Curiosos. Gracioso. Simpático. Como. A. pesar. De. Que. Ya. Sabes. Que. Los. Puntos. Que. Aparecen. Después. De. Cada. Palabra. No. Son. Terminaciones. De. Frase. De. Todos. Modos. Te. Cuesta. Un. Par. De. Segundos. Empezar. A. Leerlo. De. Corrido. La maestra. Hizo. Bien. Su. Trabajo. Al. Enseñarte. Que. Después. De. Un. Punto. Va. Una. Pausa. Y. Yo. Me. Aprovecho. De. Saber. Eso. Me. Aprovecho. Para. Que. Te. Detengas. Un. Instante. Aunque. Sea. Y. pienses. En. Como. Son. Las. Cosas. Ahora. Y. Hoy. Bueno, me aburrí de poner puntos y mayúsculas, sobre todo mayúsculas que no se porqué no se ponen más solas en esta computadora loca. En fin, la idea está: que te detengas Mario. Solo eso. Algún día me dirás en que pensaste sobre el ahora y hoy al detenerte. Me fui.

martes, 16 de agosto de 2011

Si alguien dijera...

Si alguien dijera ahora
aquí estoy y tendiera
una mano cautiva que se desprende y viene
la tomaría
creo.

Idea Vilariño, “Andar diciendo muerte”, Nocturnos, 1955

La tomaría yo? Alguien que me dijera aquí estoy. Si alguien me dijera aquí estoy, y me tendiera una mano hoy y ahora y en ella estuviera él entero. La tomaría yo? Cuando me encuentres Mario, decime aquí estoy  y así voy a poder saber que sos tú. Yo andaría precisando una mano que se desprenda y me diga aquí estoy. La tomaría yo?  Una mano que se la juegue entera. Sin peros- ahora- y -hoy.  Y que tenga ganas de mi. Y que no le importe. Como me gustaría que entre nuestras manos no hubiera distancias y que entre nuestros adentros no hubiera distancias y que entre nuestros cuerpos y  ganas, Mario, no hubiera distancias, ahora y hoy. Pero bueno, algo así como que si no los soñamos nunca lo que no es va a ser. La tomaría, creo.

contentas!

No se, pero hoy me dieron ganas de escribir palabras contentas, porque hay días en que se necesitan palabras que estén contentas, que sonrían. Como cuando escuchás una música linda y te intercepta en el camino y te dice alto y te  dan ganas de tocar, de agarrar el instrumento y tocar cualquier cosa y respirar mucha vida, o cuando leés a un escritor increíble que te intercepta también y te dice alto y te dan ganas de estar vivo y de escribir mucho. No se, pero hoy quería palabras que sonrían, que tengan hasta chispitas, que brillen, que sonrían y sonrían. Y que se les note lo contentas y se rían y que tengan esa energía linda que tiene la gente cuando está contenta que se sale por la piel, por las manos y por la mirada y por las palabras y por las sonrisas. Deberíamos  recurrir mucho más a las palabras contentas, no solo para uno sino para los demás.  Sobre todo para los demás. Habría que decirlo siempre, decirlo mucho más, había que hablar sobre la felicidad para contagiarla por todos lados y a todo el mundo. Y que todos tengan la chispa y las sonrisas y las sonrisas y las sonrisas.

Antologías

¿Acaso fue en un marco de ilusión,                            
en el profundo espejo del deseo, 
o fue divina y simplemente en vida 
que yo te vi velar  mi sueño la otra noche? 

En mi alcoba agrandada de soledad y miedo, 
taciturno a mi lado apareciste 
como un hongo gigante, muerto y vivo, 
brotado en los rincones de la noche 
húmedos de silencio, 
y engrasados de sombra y soledad...


 Delmira Agustini, “Visión”, en Los Cálices Vacios, 1913

No me gustan mucho las antologías. Ni de escritores ni de personas. Son vacías las antologías. Para un rato está bien. Pero solo para un rato. Solo se llega a sospechar y nunca a saber lo que es, son como flotar en la superficie del otro.  Entonces, es mejor uno solo, quiero decir dos, dos personas o un lector y un escritor. Aunque a veces te harte pero podés llegar a predecir y que te predigan también. Y eso vale la pena. En Visión de Delmira intuyo por ejemplo la falta de amor, intuyo que el deseo es vacío en el fondo por que riega su poesía con palabras de mármol, de sombra y de frío que siguen y siguen y están más próximas a la muerte que a la vida que hay en el deseo. Intuyo pero no se. A eso me refiero. Entonces, aunque haya silencios, prefiero el dos al muchos. Y no me molesta el silencio. Me gusta charlar, y conocer jugando los adentros y los profundos que me quieran mostrar y yo mostrar también. Del otro y de la poesía.  Jugar a leerse de a dos. Es mucho más lindo que las antologías.

jueves, 11 de agosto de 2011

lo que hace falta

Dar: -te-me-NOS más: amor. Y PENSAR (si hay azar en el momento en que damos un paso).

domingo, 7 de agosto de 2011

mediosmedios!

No me gustan las cosas que no están claras. No me gustan.  Pero voy a tener que aprender, de a poquito, a encontrarles la magia, que la tienen también, lo sé porque la probé y hay días que me gusta. Cómo manejarme en las medias aguas, en las medias tintas, en lo entredicho, con las entrelineas. Aprender a transitar el camino medio, a ceder, un poco para aquí y un poco para allá. A disfrutar del medio y ver lo que es y no lo que no puede ser.  Aprender a motivarse con lo que hay, con lo que es. Controlar la tendencia al demasiado, al tanto, al mucho y al tan y al muy. Aprender a repartir la energía y no sufrir cuando no es necesario. A no ver borroso cuando se puede ver claro y a tener paciencia con el hoy, y no apurar el mañana, me olvidaba. Todo eso.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Fugaces


Impresiones de un viaje, así como aparecieron,  fugaces, o lentas, sin procesar, sin palabras que suenan, solo momentos que fueron y  decidieron quedarse.

 Curioso, curioso. Tránsito y no pertenencia. Habría que sentarse un día a mirar caras, valijas, y más caras, mirar destinos y vidas que quizá se definan en este mismo instante. / Asomarse a la ventana y la luna, llena, llena que me observa. Y querer abrazar, embadurnarme de nube y de noche, jugar, cubrirme toda con nube y envolverme y nadar,  en eso que parece un campo de lana virgen sin hilar, a veces con formas extrañas, a veces solo un campo, con ríos negros por los que si fuera de día, vería la tierra, allá abajo, chiquita. Y la luna, llena, llena que me observa. /  Me acordé de antes. De la noche antes. Meditar y darme a mi misma un abrazo, dejar que él me abrazara, después de la puerta de la izquierda y me dieron ganas de llorar. Ellos me hacían falta. / Porto alegre, campos inundados y pobreza, pobreza, pobreza. Luego tierra casi virgen y las sombras de las nubes.Y luego San Pablo…ciudad ciudad ciudad hasta el horizonte. / Tierra tierra tierra roja, amarilla, verde, marrón y un río serpenteante que corre corre trazando curvas inesperadas y yo miro y miro por la ventana, maravillada, empapándome de las formas y los colores de la tierra. / El primer Profe es un ruso altísimo que podría resultar serio pero tiene una sonrisa apretada y picara que lo hacen divertido. / Al ver rezar a alguien tan fervientemente, con lágrimas en los ojos, pienso que sería lindo que hubiera alguien que la escuchara. / Caminar, caminar y caminar, y baños de agua helada. / Qué bonita sonrisa, porque sonríe con la boca y con los ojos, como alguien más. / Un trombonista que decidió ser el hombre más feliz del mundo. Si nos sale hoy, mañana saldrá. / Ser invitada por el otro profe adelante, no a tocar, sino a inspirar a los chicos!!! Que pegue por favor... / Definitivamente Hermes, estás sordo. / Una  mujer. Solo una me encontré, que sepa escuchar a la Luna. Y no era de acá. Qué cultura que a veces siento extraña, la feminidad acá es extraña, tiene que ser cada cual más, las mujeres son solo imágenes. Yo me sentiría cada vez menos mujer, cada vez más un objeto, una cosa, cada vez con menos contacto con la La mujer. Hasta niñas de 4 años, maquilladas, con rimel, sombra, delineador  y lápiz de labio, botas, minifalda, cartera y estampado de leopardo. Como van a hacer esas niñas para encontrarse con ellas mismas?  Donde está la mujer en esas que creen ser tan femeninas, donde esta su lado salvaje? Donde esta su lado maternal? Solo les queda la sensualidad pero una sensualidad vacía porque es solo una imagen mil y una vez reproducida. Son todas iguales. Perdieron desde niñas la habilidad de escuchar lo que susurra la naturaleza, y lo que la luna les canta para ellas desde e cielo, la luna que es la que las cuida y nos enseña a todas ser mujeres. No resaltan sino que esconden su verdadera belleza atrás del maquillaje y se cortan las alas con tacos altísimos  y la respiración con escotes apretados. / Noche noche, calorcito, como quien no quiere la cosa. / Un negrito divino de 4 años, con un ritmo increíble y haciendo perfecto la coreografía de los grandes. / Sabía que no era él pero seguía mirando a ver si era, si era, si era, y se desilusionó una vez más como una tonta. / La energía negativa se siente a la legua. Qué feo. Queda solo un día. Fuerza fuerza. / Post parto, es que alunas cosas de este festival las parimos de verdad. Voy a tener que tener fuerza, agarrarme de cómo brilla la risa, es algo lindo y es extraño también, lindo, extraño, hermoso, triste, todo. / El final es como estar en el medio, con un pie adentro y otro afuera y no queriendo salir pero no teniendo mas remedio. Soñé que hablaba portugués. Lo que??? / Escribir escribir, cualquier cosa en cualquier lado. Es así, es así, todo nace y todo muere, extrañar algo, un poco, mucho, un poco. / Y después se preguntan porque nadie los quiere en América latina. / Tiene como un brillo en los ojos que  no se, no se. Cuando sonríe cambia, que cosa mas rara, sus ojos cambian, su expresión cambia, todo él cambia. Cambia pero un cambio lindo como si fuera otra persona, la misma pero diferente. / Me contó a mi y nadie lo sabía. Por que me dormí??? Justo en el momento en que no debía… se necesitaba  más tiempo, bastante más tiempo. / Se llama Enzo. Es puras sonrisas y unos ojazos que me miran y me miran. Tiene once meses y viaja sobre la falda de su mamá a dos asientos del mío. En el medio esta su hermano Arturo de 3 que no le suelta la mano a su mamá ni dormido, porque tiene miedo. Enzo ser ríe y se ríe, me tira los brazos, canta. Cuando esta por arrancar a protestarle a la mama por algo, le pregunto qué pasó y se muere de risa de nuevo. Jugamos con las manos por sobre la cabeza de Arturo dormido. Le digo mmm que rico y repite mmm,, charla y charla conmigo con sus gorgoritos. Que cosa más linda!  / Cosas buenas tiene la vida. Pero tuvo miedo, quizá. / Se quiere quedar, se quiere quedar, yo sería una chimunga, no, no serías, no, no serías. Me gusta lo bueno. /  Acá estoy, a un avión, a un despegue y a un aterrizaje de estar en casa, las misma pero otra, es siempre lindo, mágico, con algo de misterio.

jueves, 14 de julio de 2011

Ella (antes de irme)

El otro día alguien me pregunto, ya ni recuerdo quién, si había escrito sobre ella.  Tenés que saber sobre ella, Mario, por que es mi gran amor. Porque no la he mencionado aún? Vaya uno a saber. Es que en realidad ella sabe que es Ella, la todo poderosa, la constancia en los caminos enredados de la vida. Y sabe que aunque no aparezca, está. Siempre está. Está en cada una de mis palabras, está en mis idas y en mis vueltas. Porque vive conmigo, me aguanta dormida todas las mañanas de mi vida hasta que los dedos se despiertan, y el alma se despierta y puedo empezar a charlar con ella, primero despacito y equivocándome, luego más fluido, y a veces, solo a veces, algunos días increíbles, soy solo como un cuerpo, un canal y es Ella que habla. Ella me comprende las mañas, esta al pie del cañón, me salva cuando estoy herida, me alimenta todos los días, me tiene paciencia. Ella, a la que le doy todo lo que soy, toda mi fuerza creadora.
 Ella, mi otra cara, mi cara que todos ven pero que acá estuvo oculta. Como las caras de la luna. Es que yo soy como una luna y por eso tengo dos caras, dos mitades. Y una aparece cuando desaparece la otra. Una son las palabras y la otra Ella, y Ella es una cara pero lo es todo también. Todo todo por que sin ella simplemente no puedo vivir, cuando bien podría vivir sin las palabras.  Es una necesidad física, casi vital, de ella depende mi bien estar, y si ella no está nada pueden hacer las palabras para curar su ausencia. Es que Ella soy yo y yo soy Ella.

Lunar-es

Son cuatro. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Uno dos y tres son como las tres marías. Exactamente con esa forma. Uno, tres y cuatro también. Son un reflejo del cielo nocturno. Como si tuviera constelaciones trazadas con lunares en la piel. También son un reflejo de mi misma. Son como yo.  Todos y cada uno.  Un poco raros. El primero es perfectamente redondo, abultado pero su textura es rugosa, con manchitas. Y con los bordes difusos porque sabe navegar en las mediastintas.  Sabe ceder y contentarse con lo que tiene. Se asoma para afuera a ver el mundo, es curiosos, observador, simpaticón. Se ríe mucho. Cuando aparece, se nota su presencia. Con su estilo, sabe ser provocador porque tiene algo que por algún lado puede llamar la atención.
El segundo tiene un color homogéneo, compacto, pero tiene una forma triangular extraña, un tanto intransigente. Les hace creer a todos que es seguro de si mismo, y que tiene mucha fuerza. Hasta puede resultar arrogante, soberbio o despectivo para los que no lo conocen. Pero en le fondo él no está tan convencido.
El tercero, chatito contra la piel, es muy tímido. Es color café con leche con mucho más leche que café. Es acomplejado, siempre tratando de esconderse. Le gusta el perfil bajo y que nadie note que está. Es mejor que todos vean al primero y que a él lo dejen en paz. Pero atrás de todo eso, es el más tierno, el más dulce, el que sabe querer.
El cuarto es un promedio. Su forme y su color son tranquilos. Son como un equilibrio. Pero no lo veo porque esta muy cerca de la clavícula. Parece chiquito e indefenso, allá alejado en el fondo, pero es valiente. Es el que no le teme a la soledad y disfruta de estar solo. Es la fuerza. Todos y cada uno. A veces Uno. A veces Dos. A veces Tres. Y a veces Cuatro. A veces una mezcla de todos.

 


miércoles, 13 de julio de 2011

un comentario a la gran Rayuela gran

Son esas cosas que te marcan, un objeto, un comentario, una situación, puede ser cualquier cosa y paf, es como si recibieras una gran  cachetada. Ves de otra manera. Está bueno porque después de una gran cachetada uno es otro. Va, en realidad uno va siendo otro todo el tiempo pero tenemos algo que se llama memoria que es una máquina infalible  de borrar cosas y sacar a relucir los trapitos que se le ocurren. Algunas cachetadas quedan marcadas, otras la memoria las manda en penitencia al cuartito y otras le resbalan. Al leer siempre estamos recibiendo pequeñas cachetadas. Por ejemplo si uno lee Me llamo Lucía pero me dicen Maga. Paf (Cortázar). Tengo seis años. Paf  (?). Vivo con mis papis y mis dos hermanos de tres y de cinco. Paf (???). Me gusta jugar a las barbies. Paf. Me había ido al carajo. Se entiende?  Aunque es un poco (del todo) la gracia de la literatura, ya lo dijeron el grupejo de la Teoría de la Recepción. Las grandes obras literarias son como grandes cachetadas, de las que te dejan una marca. Y después ves de otra manera. Aunque en realidad cada cachetada paf es una casualidad y ni sabe todo el lío que arma. Es tener el cachete ahí en el lugar indicado en el momento indicado. De lo que fácilmente se deduce que la vida es un cúmulo de cachetadas paf en absolutísimo desorden (?). En realidad también se puede pensar que las cachetadas te reubican en el camino. O por lo menos te ponen en un camino. Andá a saber cuál. Uno va como medio ciego. Tibio. Tibio… Frío. Paf. Tibio. Más calientito. En esta escala se deduce que todos buscamos el caliente, todos buscamos el kibutz del deseo como diría Oliveira. Paf. Rayuela. Esta vez era en serio. Yo lo que le diría al desgraciado de Oliveira es que se permita coincidir con su propia vida, que el que mucho abarca -piensa- poco aprieta -vive-, y sobre todo, que hay que dejar de buscarlas para verlas a las sonrisas del asunto y que en casa de herrero cuchillo de palo. Paf. Nada que ver. Es que también creo que en casa de herrero cuchillo de palo. Es como cuando terminaste un libro bueno y se lo querés contar a todo el mundo y contárselo (en realidad con un par de personas no más, está bien). O sentarse a ver la luna partida (o llena, eso es a gusto del consumidor), o comer tierra como algún personaje de García Márquez, o observar en su hábitat natural a los monos tiqui-tiqui (o tiki-tiki, según la enciclopedia) que son una especie de monos que acabo de inventar. Paf. En fin, todo eso o situaciones afines. Se entiende. Cada loco con su tema. El punto es estar ahí, y contarle a todos y comer la tierra y mirar la luna o los monos y no estar afuera pensando en todo eso como si la felicidad estuviera la ignorancia de estar ahí, o en otra parte que no sea nosotros mismos.  A mí por ejemplo, me encanta poner cosas en los cuatro centímetros de tabla que quedan entre los libros y el precipicio del estante de una biblioteca.  Es solo porque se ven lindos esos detalles al borde del precipicio, sin ningún doble sentido, por favor, por que es un precipicio tranquilo. Al fin y al cabo tiene metro y pico.  Claro que eso no lo dice la muñeca de porcelana sentada al borde que sabe muy pero muy que si se pasa de lista…paf. El tema es que hay algo de querer sonreír. Donde la palabra más importante es querer. Habría que subrayarla con rojo. Esto está demasiado metafísico, pero del lado de acá, no del lado de allá. Igual, yo en todo esto no tengo nada que ver, porque todo fue por casualidad, todo fue casualidad y ya ni me acuerdo cuando comenzaron las casualidades, ya ni me acuerdo el momento cuando conocí a las personas que me regalaron este libro. Ven lo que les digo de la memoria? Aunque en realidad deben de haber comenzado mucho antes de eso porque todo es una forma, una manera simplemente, en eso estamos de acuerdo con Julio y con Oliveira. Es como elegir las palabras para hablar, pero hablar para decir algo, o para decir nada, o para decir mucho diciendo nada. Eso es. A que si? El resto bien, gracias. Paf.

domingo, 10 de julio de 2011

Jugar para que suenen.

A mi me gusta como suena la efe, la efe de fundirse, de  feliz, de fuente, tan femenina , la efe que también  me hace recordar el tiempo efímero de las flores, que fluye, o flota, se diluye y se esfuma. Me gusta la eñe de cariño y de niño, la ene de noni, y me gusta la eme de las palabras mujer, magia, mamá,  perfume y de la palabra amor,  que cuando dice te amo tiene una eme que ya es como muchos mimitos enamorados. De las vocales me gusta al u, que está en tú, en dulce y en universo y es una letra que esta buena  para usar cuando queremos que las palabras tengan una luz afectuosa como la luz de la luna luna que brilla suavecito en el cielo nocturno y resuena con unas gotitas de misterio. Mientras que para que suene a susurro, hay que usar palabras suaves, sencillas, que tengas muchas eses, o ces  y que suenen despacito, como caricias, como esperanzas, como sueños dulces. En realidad,  la ese de esencia tiene muchas caras porque también puede ser salvaje, provocadora y sensual, puede ser una ausencia, porque está en el sonido del silencio o puede ser como una caricia que te sane, te cure, de salve. Me gusta la ese, pero no me gusta mucho la c como en carne, me hace acordar a la angustia por que tiene algo duro, es como una arcada casi, algo que está quebrado, crispado, y tiene algo de rezongo y de condena que te carcome adentro. 
Pero me encantan las palabras con el diminutivo íto, por que suenan chiquititas, dulces, calentitas, como mimitos que ya la dije, o cunita. O pancita o manitas. Es que todo depende del contexto y las palabras cambian y los sonidos cambian y todo cambia.
La au de ausencia es triste y solitaria, da un poco de miedo en aullido como la gr de grito y la ch de chirriar, pero es linda y luminosa en aurora. Por eso a veces esta bueno también inventar palabras como la famosa trilce que invento Vallejo, como el gíglico de Cortázar en el capitulo 68 de Rayuela que es el gran arte de sugerir y es inigualable.
Inventar palabras que suenen como girasoles, porque brillan y giran como soles y no tienen nada que ver con la flores pero puede que si sean amarillas. A eso me refiero.
A  jugar un poco y hacerlas sonar a las palabras y que retumben adentro de alguien. Y que creen algo. Porque al fin y al cabo las palabras son sonidos. Son sonidos encerrados en palabras, en significados que los limitan un poco al volverse cotidianos. Yo, de jugar con las notas, sé que los sonidos sí llegan al fondo, sin el muro de los significados, crean sensaciones y dicen tanto sin necesidad de palabras sino como una energía que no se sabe de donde sale pero está ahí, como un impulso que es inasible y que fluye o se corta a su antojo.
 Para liberarlos hay que  jugar con las palabras. Jugar a que suenen y que sean nuevamente sonidos. Como en las lunas lunas y los verdes verdes de García Lorca, como el Arte Poética de Borges,  como la poesía de Idea, entre tantos otros. Como en la búsqueda de no literatura de Cortazar, de harto nomás que estaba del significado.

sábado, 9 de julio de 2011

...para un nosotros.

 Quizá... solo quizá, esto se llame wishfullthinking...

¿Quiénes éramos antes? ¿Éramos nosotros dos?
Éramos uno y otro sin serlo
porque aun no éramos nosotros dos.
Éramos cada uno y cada uno creía ser uno sin serlo.
Porque somos uno cuando somos tu y yo
cuando somos unos mas otro,
cuando somos nosotros dos.
Porque somos uno cuando somos dos
y también somos dos cuando somos solo uno.
Porque si  somos unos falta el otro para ser uno
junto con el otro que somos nosotros dos.
Porque para ser nosotros, para ser uno
es necesario que seamos tu y yo,
Que seamos nosotros dos
Que es lo mismo que uno.

...para vos...

Frió. Sin hambre y sin ganas. Eso es lo que me pasa cuando estoy sin vos.
Es que hay días en que tengo la cara fría y mojada y los ojos mojados también. Y en eso días me haces falta. Por algo siempre tengo frió yo, por que en tu ausencia quedo mojada de mi propia lluvia y me hace falta tu calor. Y me seco después, por que el tiempo y las cosas me secan, pero adentro siempre quedo un poco húmeda y tengo frío entonces. Pero hay otros días Mario, en que me haces falta en cada respiración. Si tú, Mario, en cada respiración. Si hiciera un análisis de mis propias palabras, diría que es fuerte esa imagen. Por que tu ausencia la vivo como si me faltara el aire a veces. Puedo respirar en esos días, poder puedo, pero no profundamente hasta llenarme toda de aire y de vida y esa respiración superficial me cansa el alma y me deja con frío. Sin hambre y sin ganas. Igual yo me pregunto, si es solo una cuestión de ganas la felicidad....Pero por dónde andarás ahora...

Para él...

No son mis ojos, todo aquí llora el llanto de tu ausencia. El silencio que es suave, como un susurro, como el murmullo de la lluvia que lo acompaña y me arrulla y adormece mi llanto. Es que te extraño…

martes, 5 de julio de 2011

Las tres Marías.

Había 5, luego 4, luego eran tres hermanas. Las tres Marías. La primera, Que memoria espantosa, Pero  no digas pavadas, Comunista siempre fuiste. La segunda, tocata y fuga: Yo nadaba en el río, En esa época no existían los extraterrestres. La tercera, la comunista.

domingo, 3 de julio de 2011

Madreselva

Antes que la belleza vacía y cerrada sobre si misma de una rosa prefiero la simplicidad y el maravilloso perfume de la pequeñita madreselva que en su interioridad expuesta y blanca lleva el poder de amar y no solo de ser amada. Lleva el poder de ser salvaje, sensual, y también de ser madre. Su presencia es mucho más dulce y acogedora que la frialdad de una rosa. Las cosas no son blancas y negras pero siguen siendo rosa y madreselva.
Licencia Creative Commons
Este obra está bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.