jueves, 14 de julio de 2011

Ella (antes de irme)

El otro día alguien me pregunto, ya ni recuerdo quién, si había escrito sobre ella.  Tenés que saber sobre ella, Mario, por que es mi gran amor. Porque no la he mencionado aún? Vaya uno a saber. Es que en realidad ella sabe que es Ella, la todo poderosa, la constancia en los caminos enredados de la vida. Y sabe que aunque no aparezca, está. Siempre está. Está en cada una de mis palabras, está en mis idas y en mis vueltas. Porque vive conmigo, me aguanta dormida todas las mañanas de mi vida hasta que los dedos se despiertan, y el alma se despierta y puedo empezar a charlar con ella, primero despacito y equivocándome, luego más fluido, y a veces, solo a veces, algunos días increíbles, soy solo como un cuerpo, un canal y es Ella que habla. Ella me comprende las mañas, esta al pie del cañón, me salva cuando estoy herida, me alimenta todos los días, me tiene paciencia. Ella, a la que le doy todo lo que soy, toda mi fuerza creadora.
 Ella, mi otra cara, mi cara que todos ven pero que acá estuvo oculta. Como las caras de la luna. Es que yo soy como una luna y por eso tengo dos caras, dos mitades. Y una aparece cuando desaparece la otra. Una son las palabras y la otra Ella, y Ella es una cara pero lo es todo también. Todo todo por que sin ella simplemente no puedo vivir, cuando bien podría vivir sin las palabras.  Es una necesidad física, casi vital, de ella depende mi bien estar, y si ella no está nada pueden hacer las palabras para curar su ausencia. Es que Ella soy yo y yo soy Ella.

Lunar-es

Son cuatro. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Uno dos y tres son como las tres marías. Exactamente con esa forma. Uno, tres y cuatro también. Son un reflejo del cielo nocturno. Como si tuviera constelaciones trazadas con lunares en la piel. También son un reflejo de mi misma. Son como yo.  Todos y cada uno.  Un poco raros. El primero es perfectamente redondo, abultado pero su textura es rugosa, con manchitas. Y con los bordes difusos porque sabe navegar en las mediastintas.  Sabe ceder y contentarse con lo que tiene. Se asoma para afuera a ver el mundo, es curiosos, observador, simpaticón. Se ríe mucho. Cuando aparece, se nota su presencia. Con su estilo, sabe ser provocador porque tiene algo que por algún lado puede llamar la atención.
El segundo tiene un color homogéneo, compacto, pero tiene una forma triangular extraña, un tanto intransigente. Les hace creer a todos que es seguro de si mismo, y que tiene mucha fuerza. Hasta puede resultar arrogante, soberbio o despectivo para los que no lo conocen. Pero en le fondo él no está tan convencido.
El tercero, chatito contra la piel, es muy tímido. Es color café con leche con mucho más leche que café. Es acomplejado, siempre tratando de esconderse. Le gusta el perfil bajo y que nadie note que está. Es mejor que todos vean al primero y que a él lo dejen en paz. Pero atrás de todo eso, es el más tierno, el más dulce, el que sabe querer.
El cuarto es un promedio. Su forme y su color son tranquilos. Son como un equilibrio. Pero no lo veo porque esta muy cerca de la clavícula. Parece chiquito e indefenso, allá alejado en el fondo, pero es valiente. Es el que no le teme a la soledad y disfruta de estar solo. Es la fuerza. Todos y cada uno. A veces Uno. A veces Dos. A veces Tres. Y a veces Cuatro. A veces una mezcla de todos.

 


miércoles, 13 de julio de 2011

un comentario a la gran Rayuela gran

Son esas cosas que te marcan, un objeto, un comentario, una situación, puede ser cualquier cosa y paf, es como si recibieras una gran  cachetada. Ves de otra manera. Está bueno porque después de una gran cachetada uno es otro. Va, en realidad uno va siendo otro todo el tiempo pero tenemos algo que se llama memoria que es una máquina infalible  de borrar cosas y sacar a relucir los trapitos que se le ocurren. Algunas cachetadas quedan marcadas, otras la memoria las manda en penitencia al cuartito y otras le resbalan. Al leer siempre estamos recibiendo pequeñas cachetadas. Por ejemplo si uno lee Me llamo Lucía pero me dicen Maga. Paf (Cortázar). Tengo seis años. Paf  (?). Vivo con mis papis y mis dos hermanos de tres y de cinco. Paf (???). Me gusta jugar a las barbies. Paf. Me había ido al carajo. Se entiende?  Aunque es un poco (del todo) la gracia de la literatura, ya lo dijeron el grupejo de la Teoría de la Recepción. Las grandes obras literarias son como grandes cachetadas, de las que te dejan una marca. Y después ves de otra manera. Aunque en realidad cada cachetada paf es una casualidad y ni sabe todo el lío que arma. Es tener el cachete ahí en el lugar indicado en el momento indicado. De lo que fácilmente se deduce que la vida es un cúmulo de cachetadas paf en absolutísimo desorden (?). En realidad también se puede pensar que las cachetadas te reubican en el camino. O por lo menos te ponen en un camino. Andá a saber cuál. Uno va como medio ciego. Tibio. Tibio… Frío. Paf. Tibio. Más calientito. En esta escala se deduce que todos buscamos el caliente, todos buscamos el kibutz del deseo como diría Oliveira. Paf. Rayuela. Esta vez era en serio. Yo lo que le diría al desgraciado de Oliveira es que se permita coincidir con su propia vida, que el que mucho abarca -piensa- poco aprieta -vive-, y sobre todo, que hay que dejar de buscarlas para verlas a las sonrisas del asunto y que en casa de herrero cuchillo de palo. Paf. Nada que ver. Es que también creo que en casa de herrero cuchillo de palo. Es como cuando terminaste un libro bueno y se lo querés contar a todo el mundo y contárselo (en realidad con un par de personas no más, está bien). O sentarse a ver la luna partida (o llena, eso es a gusto del consumidor), o comer tierra como algún personaje de García Márquez, o observar en su hábitat natural a los monos tiqui-tiqui (o tiki-tiki, según la enciclopedia) que son una especie de monos que acabo de inventar. Paf. En fin, todo eso o situaciones afines. Se entiende. Cada loco con su tema. El punto es estar ahí, y contarle a todos y comer la tierra y mirar la luna o los monos y no estar afuera pensando en todo eso como si la felicidad estuviera la ignorancia de estar ahí, o en otra parte que no sea nosotros mismos.  A mí por ejemplo, me encanta poner cosas en los cuatro centímetros de tabla que quedan entre los libros y el precipicio del estante de una biblioteca.  Es solo porque se ven lindos esos detalles al borde del precipicio, sin ningún doble sentido, por favor, por que es un precipicio tranquilo. Al fin y al cabo tiene metro y pico.  Claro que eso no lo dice la muñeca de porcelana sentada al borde que sabe muy pero muy que si se pasa de lista…paf. El tema es que hay algo de querer sonreír. Donde la palabra más importante es querer. Habría que subrayarla con rojo. Esto está demasiado metafísico, pero del lado de acá, no del lado de allá. Igual, yo en todo esto no tengo nada que ver, porque todo fue por casualidad, todo fue casualidad y ya ni me acuerdo cuando comenzaron las casualidades, ya ni me acuerdo el momento cuando conocí a las personas que me regalaron este libro. Ven lo que les digo de la memoria? Aunque en realidad deben de haber comenzado mucho antes de eso porque todo es una forma, una manera simplemente, en eso estamos de acuerdo con Julio y con Oliveira. Es como elegir las palabras para hablar, pero hablar para decir algo, o para decir nada, o para decir mucho diciendo nada. Eso es. A que si? El resto bien, gracias. Paf.

domingo, 10 de julio de 2011

Jugar para que suenen.

A mi me gusta como suena la efe, la efe de fundirse, de  feliz, de fuente, tan femenina , la efe que también  me hace recordar el tiempo efímero de las flores, que fluye, o flota, se diluye y se esfuma. Me gusta la eñe de cariño y de niño, la ene de noni, y me gusta la eme de las palabras mujer, magia, mamá,  perfume y de la palabra amor,  que cuando dice te amo tiene una eme que ya es como muchos mimitos enamorados. De las vocales me gusta al u, que está en tú, en dulce y en universo y es una letra que esta buena  para usar cuando queremos que las palabras tengan una luz afectuosa como la luz de la luna luna que brilla suavecito en el cielo nocturno y resuena con unas gotitas de misterio. Mientras que para que suene a susurro, hay que usar palabras suaves, sencillas, que tengas muchas eses, o ces  y que suenen despacito, como caricias, como esperanzas, como sueños dulces. En realidad,  la ese de esencia tiene muchas caras porque también puede ser salvaje, provocadora y sensual, puede ser una ausencia, porque está en el sonido del silencio o puede ser como una caricia que te sane, te cure, de salve. Me gusta la ese, pero no me gusta mucho la c como en carne, me hace acordar a la angustia por que tiene algo duro, es como una arcada casi, algo que está quebrado, crispado, y tiene algo de rezongo y de condena que te carcome adentro. 
Pero me encantan las palabras con el diminutivo íto, por que suenan chiquititas, dulces, calentitas, como mimitos que ya la dije, o cunita. O pancita o manitas. Es que todo depende del contexto y las palabras cambian y los sonidos cambian y todo cambia.
La au de ausencia es triste y solitaria, da un poco de miedo en aullido como la gr de grito y la ch de chirriar, pero es linda y luminosa en aurora. Por eso a veces esta bueno también inventar palabras como la famosa trilce que invento Vallejo, como el gíglico de Cortázar en el capitulo 68 de Rayuela que es el gran arte de sugerir y es inigualable.
Inventar palabras que suenen como girasoles, porque brillan y giran como soles y no tienen nada que ver con la flores pero puede que si sean amarillas. A eso me refiero.
A  jugar un poco y hacerlas sonar a las palabras y que retumben adentro de alguien. Y que creen algo. Porque al fin y al cabo las palabras son sonidos. Son sonidos encerrados en palabras, en significados que los limitan un poco al volverse cotidianos. Yo, de jugar con las notas, sé que los sonidos sí llegan al fondo, sin el muro de los significados, crean sensaciones y dicen tanto sin necesidad de palabras sino como una energía que no se sabe de donde sale pero está ahí, como un impulso que es inasible y que fluye o se corta a su antojo.
 Para liberarlos hay que  jugar con las palabras. Jugar a que suenen y que sean nuevamente sonidos. Como en las lunas lunas y los verdes verdes de García Lorca, como el Arte Poética de Borges,  como la poesía de Idea, entre tantos otros. Como en la búsqueda de no literatura de Cortazar, de harto nomás que estaba del significado.

sábado, 9 de julio de 2011

...para un nosotros.

 Quizá... solo quizá, esto se llame wishfullthinking...

¿Quiénes éramos antes? ¿Éramos nosotros dos?
Éramos uno y otro sin serlo
porque aun no éramos nosotros dos.
Éramos cada uno y cada uno creía ser uno sin serlo.
Porque somos uno cuando somos tu y yo
cuando somos unos mas otro,
cuando somos nosotros dos.
Porque somos uno cuando somos dos
y también somos dos cuando somos solo uno.
Porque si  somos unos falta el otro para ser uno
junto con el otro que somos nosotros dos.
Porque para ser nosotros, para ser uno
es necesario que seamos tu y yo,
Que seamos nosotros dos
Que es lo mismo que uno.

...para vos...

Frió. Sin hambre y sin ganas. Eso es lo que me pasa cuando estoy sin vos.
Es que hay días en que tengo la cara fría y mojada y los ojos mojados también. Y en eso días me haces falta. Por algo siempre tengo frió yo, por que en tu ausencia quedo mojada de mi propia lluvia y me hace falta tu calor. Y me seco después, por que el tiempo y las cosas me secan, pero adentro siempre quedo un poco húmeda y tengo frío entonces. Pero hay otros días Mario, en que me haces falta en cada respiración. Si tú, Mario, en cada respiración. Si hiciera un análisis de mis propias palabras, diría que es fuerte esa imagen. Por que tu ausencia la vivo como si me faltara el aire a veces. Puedo respirar en esos días, poder puedo, pero no profundamente hasta llenarme toda de aire y de vida y esa respiración superficial me cansa el alma y me deja con frío. Sin hambre y sin ganas. Igual yo me pregunto, si es solo una cuestión de ganas la felicidad....Pero por dónde andarás ahora...

Para él...

No son mis ojos, todo aquí llora el llanto de tu ausencia. El silencio que es suave, como un susurro, como el murmullo de la lluvia que lo acompaña y me arrulla y adormece mi llanto. Es que te extraño…

martes, 5 de julio de 2011

Las tres Marías.

Había 5, luego 4, luego eran tres hermanas. Las tres Marías. La primera, Que memoria espantosa, Pero  no digas pavadas, Comunista siempre fuiste. La segunda, tocata y fuga: Yo nadaba en el río, En esa época no existían los extraterrestres. La tercera, la comunista.

domingo, 3 de julio de 2011

Madreselva

Antes que la belleza vacía y cerrada sobre si misma de una rosa prefiero la simplicidad y el maravilloso perfume de la pequeñita madreselva que en su interioridad expuesta y blanca lleva el poder de amar y no solo de ser amada. Lleva el poder de ser salvaje, sensual, y también de ser madre. Su presencia es mucho más dulce y acogedora que la frialdad de una rosa. Las cosas no son blancas y negras pero siguen siendo rosa y madreselva.

Un día donde eran verdes...

Cómo decirte que el verde de mis ojos no es verde porque no es verde el verde que cuando está gris es medio gris, medio azul, y en los días de sol tiene pintitas amarillas y cuando llueve sí es verde, con el sabor de las lágrimas. Como arpegios y un cumpleaños. Pensar en otro tiempo imaginado, que no sea verde. Si. Eso ya lo había escrito. Como escribir en papelitos cuando todo sí es verde. Así es la vida hoy, y mis ojos, verdes. No se mañana. ¿Cómo voy? Voy.

fragmentos...

Dos fragmentos de algo parecido a un cuento que se llama "Las lágrimas":


"Llorara por cualquier cosa, una música, una película, algo en la calle,  lloraba un día, dos, o varios días con sus noches. Es que todo lo que sentía, lo sentía demasiado.
A veces pensaba que se le estaba yendo la vida y no estaba haciendo nada.  Pensaba que la vida era una ironía porque tenemos todo y no tenemos nada para ser. Y lloraba también.
 Como todos, ella también tenía sus refugios.  A veces sentía que tenía que volver a sentir la tierra bajo los pies. Ver las estrellas que son el pasado, escuchar como las olas del mar acarician la tierra y oír las hojas de las plantas y de los árboles que se susurran secretos. Algunos días tristes pensaba que quizá las hojas no se entendieran y que susurraban en vano. Pero le gustaba refugiarse en esa naturaleza porque la ciudad le tapaba los poros y no la dejaba sentir. No podía sentir al otro ni podía sentir que el aire podía respirar. También se refugiaba en la escritura. Entonces se acostaba en una frazada a cuadros, viendo la tinta de la lapicera que brillaba unos instantes en bailes ondulantes antes de ser absorbida por el papel. Pensaba que la escritura siempre tiene un porqué. Solo que a veces no lo sabemos y solo sentimos el impulso de la palabra que una fuerza grande, tanto casi como la música o como la vida. En las palabras también está el camino hacia uno mismo y se puede encontrar el yo que vio la creación y el diluvio y la tierra volver a secarse."


"Cuando estaba con él siempre buscaba las estrellas, pensaba en líneas curvas y desprendía un perfume que olía hasta el aire y que él olía también. Era como la luna. Pensaba que en todos hay un poeta y en que solo hay que jugar. Fue entonces que soñó con compartir con él el cielo y la tierra y con compartirse. Y con ser feliz haciéndolo feliz. Y lo besaba con la boca y con lo ojos y con las palabras. Y no quería soltarlo más. La felicidad era como flotar en un mar de flores pero se había esfumado rápido en jirones de jirones...."
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