martes, 22 de noviembre de 2011

La vida contenida en un si...

A ver, que quede claro, esto es solo para sacar. Entonces es para mí Mario, esta vez es solo para mí y es probable que solo yo lo entienda y no quiere ser otra cosa. Tú solo prestame tu oreja Mario, un ratito nomás, y yo te cuento. Necesito contarte aunque no entiendas. Se me ocurre ahora que sacar sin nada más puede ser lindo, Mario, porque también es dar de alguna manera. Es dar lo que es, lo que hay. Me voy por las ramas. En fin…lo que me pasa es que todo vuelve, Mario,  me pasa que todo esta volviendo a empezar. Y yo por suerte soy otra. Volví al principio y yo ya sabía de esto. Cada vez que me cruzo con él es por algo y nos cruzamos siempre cuando se podría pero en el fondo no. Igual es curioso que siempre nos crucemos cuando se podría. Pero en le fondo no. O no se…quién sabe. Yo volví al principio. Al mismo nombre primero y entonces supe que después lo vería a él también. Había llegado en momento en el círculo en que me tocaba verlo a él. Y estaba tan tranquila. Tan tranquila. Porque yo sabía. Y lo único que pude es saludarlo pero yo estaba tranquila porque sabía que lo iba a volver a ver al otro día. Me hubiera gustado poder decirle que yo sabía que había llegado el momento en el círculo, que yo sabía que había llegado el momento de cruzarnos. Es curioso como se mueven las fichas, como se mueven los círculos, como se tocan, se acarician apenas, a veces. Yo sabía que iba a ser solo una caricia. Cruzarnos, solo eso. Pero estaba tranquila. Porque cuando volvemos al inicio del círculo es otro circulo el que empieza y crecemos. Yo no se si él vino a verme o lo llamé con el pensamiento. Es más, recién ahora que escribo se me ocurre que puede haber sido que sabiendo que yo estaba ahí, pesando que sí, que era el momento en el círculo, haya sido él, o puede que yo, tranquila, lo haya llamado con el pensamiento. Estaba melancólico un poco. Y había algo en su mirada con lo que me encontré en el nombre repetido también. Había una tristeza chiquita colada en sus miradas, había dos pequeños vacíos. Me hubiera gustado preguntarle, para que supiera que yo sabía del vacío, me hubiera gustado preguntarle …estas bien? Solo eso. Y me iba a contestar que sí probablemente, pero no importaba. Era para que supiera que yo sabía y que viera en mis ojos que yo podía contagiarle fuerza. Porque llenos de fuerza damos eso que somos, eso que es la vida. Porque he descubierto que me gusta mucho dar, contagiar fuerza siempre que la tenga. Y que en mis ojos, en mis manos o en mi boca haya miradas, gestos, o palabras que sean como abrazos calentitos.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

A modo de explicación...


A modo de explicación de esta cuestión de los días…

Hubo idas y hubo vueltas. Y hubo más idas. Y hubo más vueltas. Y en algunas de esas vueltas o de esas idas conocí a tres personas que fueron las que hicieron que esos días fueran. Esto no es para ellas, esta explicación digo, porque ellas ya lo saben y tienen por algún lado todos los días. Porque los días fueron para Mario, y para ellos y a ellos y a Mario les hablo, en esos días. Al resto, al que le interese va, le paso a explicar esta cuestión de los días. Lo que pasa es que como ya dije en no se qué día, las palabras son como la vida, entonces no se quedan atrás y también dan vueltas y tienen sus idas y sus venidas. Y a veces pasa –bastante seguido de hecho-  que todo termina siendo al revés. En este caso al principio fue el blog, aunque había algunos textos que ya eran antes de ser el blog. Pero después se fueron convirtiendo en otra cosa, una cosa entera, de donde salen estos fragmentos de días y sucede ahora que fragmentos de los días vienen a parar al blog cuando antes eran fragmentos del blog que iban a parar a  los días. No hay solución. Así de complicadas son las vueltas de tanta ida y tanta venida. Y para peor, para seguir dando vueltas,  se llaman igual, el blog y los días, se llaman escribiéndole a Mario. En fin, yo me divierto bastante. Pero para ustedes, no se si ahora esta más claro o más enredado, este lío de idas, de venidas, de vueltas, de fragmentos de los días.

del Día siete...


Sueño hacer real
una vaga presencia que en el presente
es tan real como la realidad ausente
que tienen los sueños.

Me aferro adicta
al dulce sabor de ese mundo de ensueños
que tierno y con fervor
satisface mi necesidad de creer
posibles los sueños.

Pero inocente es el sueño que sueña
que seas real y no ensueño.

Amarga realidad,
dulce queda el sueño.

Con estas palabras se inauguró mi escritura, hace algunos años ya. Se inauguró el juego y se me despertó como una intuición que a veces me dice que tengo palabras que quieren salir. Y el juego, la intuición, todas estas páginas, Mario, estos siete días de palabras, son producto del sueño ese que aparece en el primer verso…
…Hay muchas historias que vuelven al principio, como volví yo, citando los inicios de mi escritura. Y cuando hacemos análisis, decimos que son libros o textos circulares, y eso de morderse la cola, se interpreta algunas veces como algo asfixiante, de donde no hay escapatoria. Y nunca me pareció del todo bueno ese análisis porque no tiene en cuenta todo lo que pasó en el medio. No tiene en cuenta el cambio que es constante en todos y para todo, hasta para los personajes de los libros. Y vivimos muchas veces volviendo al principio, pero a otros principios, que podrán parecer iguales pero son siempre diferentes,  porque hay cosas que pasaron en el medio. Estas páginas son lo que pasó en el medio. Y yo, y estas palabras también, volvimos al principio, de mi sueño, de ese sueño del primer verso, es decir, también, de mi escritura…

del Día seis...


Brindo por los que les gusta darse la cabeza varias veces contra la misma pared. A veces, cuando me decepcionan, pienso que tendría que aprender a nunca llevar el corazón conmigo…por si me lo quitan. Es que sueño demasiado yo. Me cansé de escribir con sentido, hoy estoy cansada. Y voy a escribir como venga, como salga, como quieran ellas, las palabras.  El sol se escondió escondido detrás de unas nubes. Claro, es que no se puede escribir con gente alrededor, pobre sol. Sucede que el alma no se muestra siempre, como el sol al atardecer. Cómo hacer para ser que rima y quiere seguir, pero me quedé sin palabras. Así es. Con un buzo color salmón. Es como yo el sol que en su momento más esplendido se asegura de tener un escondite para camuflar lo que pueda sobresalir. Pero que no te vea tirar ciruelas. Me gusta el color de las ciruelas y qué bonito que es también el color del mar justo justito después de la puesta del sol. Es azul piedra y brilla pero opaco. Oxímoron se llama eso. Qué lindo. El color azul piedra digo, no el oxímoron. El oxímoron tanto da. Como jugar y ser jugando. Son ranas…y olas. Ser como las olas y no como las ranas y del color del mar justo justito después del atardecer y después la sobriedad y el misterio. Azul piedra. Luna, luna, luna llena, menguante. Linda canción. Semi-oscuridad. O circularidad o bipolaridad. Todo con -dad. Que chiste. Sí, pero de las palabras. “Eso es todo amigos”, de lo sin sentido pero no tanto.

 A veces, Mario, releer algunas de mis palabras me puede poner triste porque son recuerdos de paraísos perdidos. Otras, muestran el cambio porque ya no son, como estas…

del Día cuatro...


Quisiera mil y una noches de esas, Mario. Y quizá con el tiempo, con los mimos de palabras calentitas, con los besos soñados, y una narración que te acaricie suavecito, de a poquito dejes de ser una ausencia. Muchas veces pasa, Mario, que todo empieza a ser al revés y sería lindo. Y entonces tener tiempo, mucho tiempo de buscarnos y huirnos y buscarnos y huirnos, como la tierra y el cielo. Mucho tiempo para sonreír hasta que nos duelan los cachetes y seguir sonriendo. Sonreír con la boca y con los ojos y con el cuerpo y ser solo sonrisas par el otro. Y tener tiempo de ser lágrimas también.  Tener tiempo para tener calor y frío y calor y ganas de quedarnos y tiempo para tener ganas de ganas, solamente.

del Día tres...

 ...pensaba, que hay textos que salen para a fuera todos prontitos, que no necesitan retoques, o casi ninguno. Es como dar vida a algo que ya está en todo su esplendor. Algunos nacen verdes -y esta vez me refiero a la inmadurez y me dejo de hinchar con el juego con el verde- pero maduran bastante rápido, mientras que otros maduran lento, lento, lento, y se resisten, y patalean cuando queremos moldearlos, llevan meses ahí en la vuelta, aparecen y desaparecen y vuelven a aparecer hasta cristalizar en algo. Otros simplemente no cristalizan en nada más y se quedan, rebeldes, siendo jirones de algo que podría ser. Y a veces, haciendo limpieza de papeles con palabras, me cruzo con esos jirones. Son como la vida las palabras Mario, son como los seres humanos, terriblemente complicadas. Son exactamente como organismos vivos. Cada cuento, cada texto, cada frase es una y la vez es infinita, en el todo y en sus partes. Las palabras hacen, crean, dan forma, Mario. Por eso al principio era el verbo. Las palabras tienen una historia que no se sabe donde empezó y donde va a parar y son producto de esa historia y a veces se escapan, pero su historia siembre queda en su significado, al igual que nuestras historias se quedan en nosotros. Las palabras son siempre una eterna búsqueda de algo redondito y completo, de la otra mitad, de esa otra cosa que las haga ser enteras, que las haga ser algo más que palabras...

Casa




Un regalo de papá para el blog....este es el refugio y ahí estan, los lagartos y la yara, el timbó los cipreses y los aloes, el rancho y la casa nueva, el estanque, el parrillero,  la portera,  el tendedero, el banco, las colas de zorro, el puente, las rocas, la playa, los barcos, el faro, la tierra, el agua y el cielo.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Seda.




"-Tú estabas muerto.
Dijo.
-Y no quedaba ya nada hermoso en el mundo."


Mario. Una mañana en una terraza. Una pareo violeta esparcido sobre un piso de baldosas calentitas. Mi pelo, libre, esparcido. El sol y mi piel blanca, muy blanca. Y un libro.
Seda.
Una escritura poética con pliegues, con curvas hermosas. Sus pausas, sus palabras repetidas, todo un libro que era como una caricia, suave, sutil, tierna, conmovedora, leve, melancólica. Todo un libro contenido en un título. Seda.
Y escribo y noto, en mis palabras, como se reflejan sus pausas, sus curvas, su caricia imperceptible.


miércoles, 2 de noviembre de 2011

mis papeles!


Ellas (y yo)

Con las palabras sacamos vida para afuera, sacamos alas, besos, y verdes y azules y noches estrelladas. Pero si las forzamos a encajar es como que se quedan ahí y no trascienden y se quedan siendo solo palabras. No muestran que son universos que tienen toda la energía del universo, que tienen el amor y la vida en sus letras. En esos instantes no las quiero, las rechazo, detesto que se queden cortas y que todo lo de adentro y lo de afuera  para sacar quede inexplorado. Pero no son ellas en realidad, soy yo que  no se encontrar la vida que tienen adentro y me quedo solo con el caparazón, con palabras secas que no me muestran la magia de una noche estrellada. Soy yo que no se esperarlas y tenerles paciencia hasta que den flores hermosas. Hasta que me muestren la vida y el universo y el amor que está afuera y adentro de ellas. Hasta que lleguen al fondo y me hagan quedar maravillada frente al misterio del cielo nocturno que brilla y la vez es oscuro. Yo quiero todo eso que hay en las palabras, quiero los misterios entonces es mejor dejarlas y solo saber que hay temporadas que vienen y hay temporadas que desaparecen, y van y vienen y desaparecen. Cuando se van las extraño. Me pregunto donde andarán. Pero cuando no están, no están, así que mejor no las busco, no hay impulso, porque no están.  Y espero y les doy tiempo como hacía Felisberto  porque son como un vacío que cuando se agranda mucho enseguida aparecen. Y se llena todo de nuevo de palabras que arañan, que duelen, que acarician, que susurran, que se ríen a las carcajadas. Palabras que son como un relajo de palabras, que se marean, que se entreveran y andan al tún  tún jugando, respirando profundo y acariciando plantas convencidas de que las plantas sienten las caricias.
                                

martes, 1 de noviembre de 2011

Experimento color maceta

Elegir una –entre miles (de palabras?)- :
maceta
- cóncava, acogedora, abrigadita,
y color maceta -
de un terracota claro que es un color calentito.
Digamos que con una planta,
grande o chiquita, mas grande o minúscula
-pero verde-.
Podría estar vacía pero la quiero llena,
quiero sus hojas, entonces
-verdes-
esta llena (la maceta).
Entre miles (no es un detalle: sin paréntesis)
ser como una planta – verde-
de muchos verdes y en una maceta
-cóncava, acogedora, abrigadita y color maceta-
Juntar caricias de agua y caricias de sol
hasta poder dar.
(Entre miles –dos palabras- :)
solo eso.
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