domingo, 10 de julio de 2011

Jugar para que suenen.

A mi me gusta como suena la efe, la efe de fundirse, de  feliz, de fuente, tan femenina , la efe que también  me hace recordar el tiempo efímero de las flores, que fluye, o flota, se diluye y se esfuma. Me gusta la eñe de cariño y de niño, la ene de noni, y me gusta la eme de las palabras mujer, magia, mamá,  perfume y de la palabra amor,  que cuando dice te amo tiene una eme que ya es como muchos mimitos enamorados. De las vocales me gusta al u, que está en tú, en dulce y en universo y es una letra que esta buena  para usar cuando queremos que las palabras tengan una luz afectuosa como la luz de la luna luna que brilla suavecito en el cielo nocturno y resuena con unas gotitas de misterio. Mientras que para que suene a susurro, hay que usar palabras suaves, sencillas, que tengas muchas eses, o ces  y que suenen despacito, como caricias, como esperanzas, como sueños dulces. En realidad,  la ese de esencia tiene muchas caras porque también puede ser salvaje, provocadora y sensual, puede ser una ausencia, porque está en el sonido del silencio o puede ser como una caricia que te sane, te cure, de salve. Me gusta la ese, pero no me gusta mucho la c como en carne, me hace acordar a la angustia por que tiene algo duro, es como una arcada casi, algo que está quebrado, crispado, y tiene algo de rezongo y de condena que te carcome adentro. 
Pero me encantan las palabras con el diminutivo íto, por que suenan chiquititas, dulces, calentitas, como mimitos que ya la dije, o cunita. O pancita o manitas. Es que todo depende del contexto y las palabras cambian y los sonidos cambian y todo cambia.
La au de ausencia es triste y solitaria, da un poco de miedo en aullido como la gr de grito y la ch de chirriar, pero es linda y luminosa en aurora. Por eso a veces esta bueno también inventar palabras como la famosa trilce que invento Vallejo, como el gíglico de Cortázar en el capitulo 68 de Rayuela que es el gran arte de sugerir y es inigualable.
Inventar palabras que suenen como girasoles, porque brillan y giran como soles y no tienen nada que ver con la flores pero puede que si sean amarillas. A eso me refiero.
A  jugar un poco y hacerlas sonar a las palabras y que retumben adentro de alguien. Y que creen algo. Porque al fin y al cabo las palabras son sonidos. Son sonidos encerrados en palabras, en significados que los limitan un poco al volverse cotidianos. Yo, de jugar con las notas, sé que los sonidos sí llegan al fondo, sin el muro de los significados, crean sensaciones y dicen tanto sin necesidad de palabras sino como una energía que no se sabe de donde sale pero está ahí, como un impulso que es inasible y que fluye o se corta a su antojo.
 Para liberarlos hay que  jugar con las palabras. Jugar a que suenen y que sean nuevamente sonidos. Como en las lunas lunas y los verdes verdes de García Lorca, como el Arte Poética de Borges,  como la poesía de Idea, entre tantos otros. Como en la búsqueda de no literatura de Cortazar, de harto nomás que estaba del significado.

2 comentarios:

  1. Me encanto! Lleno de colores, de texturas, de formas, de temperaturas, de sensaciones, de emociones.

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  2. muchas gracias ro!!! besote enorme!!!

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