sábado, 25 de abril de 2015

El agua

Estoy llena de agua, Mario. Cierro la boca y los ojos y me tapo las orejas para que no salga, pero está, Mario, el agua.

No es su culpa. Es toda mía. Las dejé con el agua, Mario, al otro lado de la puerta. Me fui para otro lado, a mirar por la ventana, y se ha juntado el agua, y se han juntado ellas, al otro lado de la puerta.
Pienso ahora que fui yo. Que las juzgué y las escondí, las tranqué, porque no debiera estar esa agua, y me doy vuelta y miro por la ventana.

Pero si pego la oreja a la puerta, Mario, siento el agua, siento el ruido del agua y las ganas de correr, lo siento en el pecho y en los ojos y a veces, después de escuchar un rato, saco alguna de las trancas de la puerta. Es difícil. Hago fuerza. Sale entonces un chorrito que no dura y lo siento correr en los ojos. En un dolor que es un alivio, aunque haya mucha más agua, Mario, del otro lado de la puerta. 

lunes, 1 de septiembre de 2014

Esbozo de autorretrato.

Sonido, silencio, interior, exterior, quietud, movimiento, palabras, música, mente, corazón, intelecto, sentimientos, racional, irracional, absorber, transmitir, entender, expresar, escuchar, proponer, ordenar, acatar, sufrir, disfrutar, fortaleza, debilidad, voluntad,  desgano , disposición, indecisión, empatía, indiferencia, perseverancia, desánimo, rigidez, libertad, timidez, valentía, torpeza, agilidad, intuición, ceguera, tosquedad, diplomacia, estructura, anarquía, dureza, ternura.

De ti...

A ti que te he dedicado tantas palabras, tantas, tantas casi más que a Mario. A ti que me costó tanto desterrarte, qué te tragaste mis palabras mías, que las acaparaste, que me las robaste tanto tiempo. Tú. Una conversación trivial, muchos kilómetros, muchos miles para variar, pienso que estás ahí, estás. Tú, ,  del otro lado de esa escritura, de ese otro lado lejos. Son originalmente tuyas esas palabras vivas, son la prueba de tu existencia, me acuerdo de tu sonrisa de costado. Estás escribiendo, te imagino escribiendo eso que aparece ante mis ojos. Y ya lo siento, ya está ahí. Qué fácil. Solo hace falta una existencia.

 Y finalmente, después de todo, de chocarme contra la pared, de no quererlas, finalmente,  mis palabras mías, hablan de ti. 

miércoles, 27 de agosto de 2014

Crecer raíces

Es casi otro tipo de meditación, pero esta vez con los ojos bien abiertos y las manos en la tierra. Voy y vengo, hay muchas macetas, hay tierra por todos lados. Tierra, agua, mis manos todas negras y muchas plantas. Ver crecer, regar, cuidar. Qué textura linda tiene la tierra. Tierra seca y barro aguachento. Qué lindo el barro que da vida. Plantar y ver crecer, dar vida y dar vida al aire que necesito para mi propia vida. Se siente tan natural como respirar. Plantar, trasplantar, regar, cuidar y ver cómo junto con ellas, a mí también me crecen raíces. Me es tan natural tener las manos en la tierra. De la misma botella, un traguito para mi, un chorrito para ti. Qué rica el agua, qué placer compartirla. Siento la vida en el agua y las plantas me dicen cuando tienen sed. Algunas me dan aire, algunas me dan sabor en mis comidas, algunas me dan comida o me curan. Yo les hablo y les cuento cosas, les agradezco cada vez. Es fácil, un día por mí, un día por ti. Algún día yo también las alimentaré a ellas.

Así de simple

Todo es por tus sonrisas. No dejo de sorprenderme cuando te veo sonreír. En tus sonrisas te veo. Te veo a ti. Casi sin conocerte, te veo entero. Hoy, fue como una caricia suave, cálida, tan tierna, tan íntima, verdadera, como si fuera un regalo solo para mí. Enseguida tus ojos se van, se escabullen, se filtran para esconderte y protegerte de no sé qué que te asusta. Pero yo ya te vi, te descubrí, la vi a tu sonrisa y en ella te vi entero. Y me quedo con algo cálido, con una especie de confianza. Me quedo con unas ganas de abrazarte, tocarte, sentirte cerca. Y todo es por tus sonrisas.

Sabor extraño

Hablar contigo me deja un sabor a vacío del que me había olvidado. Un sabor a vacío y a lejanía en la garganta y en el pecho. Me deja como en un borde, como en un filo. Me deja incómoda en mi cuerpo, ansiosa, me deja buscando, esperando más. Hablar contigo me deja como una cosa encendida que quiero que se apague y no se apaga, y está ahí, y no se va, y yo me pregunto de dónde salió, me pregunto cómo fue que me agarró desprevenida y así, tan fuerte y con tan poquitas palabras. Tus palabras me dejan sorprendida de la sed, de la sed que me golpea, de la mucha sed que estaba escondida y se despierta de golpe cuando leo tu puchito de palabras, cuando leo tus palabras que vienen como en cuenta gotas. Y yo tengo sed. Yo quiero más porque no se apaga. Quiero más palabras y quiero más. Más que palabras. Yo quiero más y hablar contigo me deja como en un borde, como en un filo, con sed, y sin agua.

domingo, 4 de mayo de 2014

una de abrazos!

Lo maravilloso de los abrazos es el amor, es decir, que dar y recibir se vuelven una misma cosa.


Hoy lo que necesito son abrazos. Respiro. Adentro. Afuera. Adentro. Afuera. Me relajo y mi respiración se relaja. Entonces empiezo a dar y recibir abrazos. Pienso en mis amigos del alma y me dedico un tiempo para darles un abrazo a cada uno. Me tomo todo el tiempo que necesito hasta que siento su presencia dentro de mí, llena de recuerdos e historia. Siento el amor y  la energía del abrazo, las ganas de abrazarlos, y los abrazo. Es un momento mágico. Cada abrazo es diferente y especial según la persona. Siento si el abrazo es apretado. Siento si el abrazo es tranquilo. Siento si es intenso o relajado. Siento como se siente estar entre los brazos y tener entre mis brazos a esa persona. Lo siento en mi cuerpo. Y me siento maravillada de poder abrazarlos y  que estén para mí en el abrazo. Pienso en mis hermanos y les doy un abrazo. Observo cómo cada uno de los dos genera en  mí sentimientos diferentes durante el abrazo. Siento como los quiero con toda mi alma y siento la maravilla de tenerlos como hermanos. Me dan ganas de un abrazo de a tres y los abrazo a los dos juntos también. Pienso en mi  mamá. Pienso en el abrazo. Pienso en los sentimientos que me genera su abrazo. Pienso en mi papá y le doy un abrazo. Pienso en lo que me genera ese abrazo. Me dan ganas de otro abrazo de a tres y luego de uno de a cinco. Me maravillo de la fuerza de ese abrazo. Pienso en otros miembros de mi familia a los que quiero abrazar o de los que quiero recibir un abrazo. Me tomo el tiempo de encontrarlos uno a uno dentro de mí y de abrazarlos y de dejar que me abracen. Respiro. Me siento feliz de tantos abrazos. 
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