Hablar contigo me deja un sabor a vacío del que me había
olvidado. Un sabor a vacío y a lejanía en la garganta y en el pecho. Me deja
como en un borde, como en un filo. Me deja incómoda en mi cuerpo, ansiosa, me
deja buscando, esperando más. Hablar contigo me deja como una cosa encendida
que quiero que se apague y no se apaga, y está ahí, y no se va, y yo me
pregunto de dónde salió, me pregunto cómo fue que me agarró desprevenida y así,
tan fuerte y con tan poquitas palabras. Tus palabras me dejan sorprendida de la
sed, de la sed que me golpea, de la mucha sed que estaba escondida y se
despierta de golpe cuando leo tu puchito de palabras, cuando leo tus palabras
que vienen como en cuenta gotas. Y yo tengo sed. Yo quiero más porque no se
apaga. Quiero más palabras y quiero más. Más que palabras. Yo quiero más y
hablar contigo me deja como en un borde, como en un filo, con sed, y sin agua.
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