Mario, a veces pienso que miro mucho lo que cambia
y me olvido de mirar lo
que ha quedado.
Desde que
tengo memoria disfruto de la soledad y de la observación tranquila del mundo.
Desde que tengo memoria me paro con los ojos cerrados a escuchar lo que me dice
el viento mientras me enreda el pelo, abrazo y acaricio árboles, les hablo, y
siento que la tierra está viva. Desde que tengo memoria me nutro de lo que crece.
Al ser niña preparaba pociones mágicas y quería ser bruja o curandera de corazones. Desde que tengo
memoria siento raíces en los pies y me gusta caminar descalza por el pasto, la
arena o el barro y sentir el contacto con la tierra en la planta de mis pies.
Desde que tengo memoria, al pararme sola en las dunas a ver el mar en un día de
tormenta, siento una fuerza indomable en el interior, algo salvaje, libre y
puro que no se doblegará nunca ante nadie, algo que nada ni nadie puede romper.
Siento entonces una fuerza, una felicidad a la vez eufórica y tranquila que
siempre me hace sonreír en silencio. A veces, en un bosque, en la playa sola, o
en la noche silenciosa mirando las estrellas, paro un momento porque la siento adentro, a la
Diosa, a la Madre, a la Tierra y sé que soy eterna y que soy muerte y vida en
un círculo interminable. Cierro los ojos un momento porque tengo ganas de
llorar, me siento abrazada, entera y vista, y cuando los abro, soy ella, la
madre, soy su amor, y veo el mundo a través de sus ojos de madre que ven la
Realidad. Siento entonces una raíz que me conecta profundamente con la esencia
y con un impulso de dar esa agua que no es mía y de nutrir a otros.
Desde que tengo memoria tengo una amistad cercana con la
muerte y la noto cerca al final de los ciclos o de los círculos, tantos
círculos…también la noto en mi cuerpo desde mi primera menstruación y entonces
cualquier cosa es pretexto para
abandonarse al llanto, a la impermanencia, a la muerte misma y morir para nacer
de nuevo. Cuando la muerte está muy cerca todo se vuelve demasiado, siento todo
demasiado. Si me resisto, sufro, pero si me abandono, también veo la Realidad. También siento en mi cuerpo el momento de vida
del ciclo y esas noches muchas veces tengo sueños que traen mensajes claros.
Desde que tengo memoria mis deseos son diferentes y tengo una autenticidad guerrera y libre que nunca cambió para amoldarse a
nada si no venía de mi corazón. Engañar y mentir siempre fue como engañarme y
mentirme a mí misma. Desde que tengo memoria soy fiel a mí misma y hay una
confianza en lo que me dice mi corazón, una confianza en que la respuesta a lo
que estoy buscando está adentro. Hay una voz sabia que me guía y me hace seguir
buscando, todos los días; pensando, sintiendo y buscando. Y me impulsa a ser
cada día mejor.
Desde que tengo memoria miro a la gente a los ojos y veo
muchas cosas, muchos sentimientos, amor, sufrimiento, historia; cosas que a
veces ni puedo nombrar pero las siento en el pecho y en la garganta como si
fueran mías. Muchas veces vislumbro los porqués. Siempre me asustó un poco eso,
Mario. La fuerza con que puedo sentir
los sentimientos de los otros. Siento mucho sufrimiento, a veces aún a la
distancia. Desde que tengo memoria veo el sufrimiento a mi alrededor y me
desgarra como si fuera propio y lloro y lloro y miro para otro lado y me tapo
los oídos cuando se transforma en violencia y no puedo escapar. Noto que a
veces la gente se escapa de mí porque mis palabras los hacen mirar al fondo de
sus espejos.
¿Qué se supone que tenga que hacer con todo esto? Cuando sea
la hora, mi corazón me lo dirá.
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