sábado, 5 de diciembre de 2015

Desde...

 Mario, a veces pienso que miro mucho lo que cambia
y me olvido de mirar lo que ha quedado.

Desde que tengo memoria disfruto de la soledad y de la observación tranquila del mundo. Desde que tengo memoria me paro con los ojos cerrados a escuchar lo que me dice el viento mientras me enreda el pelo, abrazo y acaricio árboles, les hablo, y siento que la tierra está viva. Desde que tengo memoria me nutro de lo que crece. Al ser niña preparaba pociones mágicas y quería ser bruja o  curandera de corazones. Desde que tengo memoria siento raíces en los pies y me gusta caminar descalza por el pasto, la arena o el barro y sentir el contacto con la tierra en la planta de mis pies. Desde que tengo memoria, al pararme sola en las dunas a ver el mar en un día de tormenta, siento una fuerza indomable en el interior, algo salvaje, libre y puro que no se doblegará nunca ante nadie, algo que nada ni nadie puede romper. Siento entonces una fuerza, una felicidad a la vez eufórica y tranquila que siempre me hace sonreír en silencio. A veces, en un bosque, en la playa sola, o en la noche silenciosa mirando las estrellas, paro  un momento porque la siento adentro, a la Diosa, a la Madre, a la Tierra y sé que soy eterna y que soy muerte y vida en un círculo interminable. Cierro los ojos un momento porque tengo ganas de llorar, me siento abrazada, entera y vista, y cuando los abro, soy ella, la madre, soy su amor, y veo el mundo a través de sus ojos de madre que ven la Realidad. Siento entonces una raíz que me conecta profundamente con la esencia y con un impulso de dar esa agua que no es mía y de nutrir a otros.

Desde que tengo memoria tengo una amistad cercana con la muerte y la noto cerca al final de los ciclos o de los círculos, tantos círculos…también la noto en mi cuerpo desde mi primera menstruación y entonces cualquier cosa es  pretexto para abandonarse al llanto, a la impermanencia, a la muerte misma y morir para nacer de nuevo. Cuando la muerte está muy cerca todo se vuelve demasiado, siento todo demasiado. Si me resisto, sufro, pero si me abandono, también veo la Realidad.  También siento en mi cuerpo el momento de vida del ciclo y esas noches muchas veces tengo sueños que traen mensajes claros.

Desde que tengo memoria mis deseos son diferentes y  tengo una autenticidad guerrera  y libre que nunca cambió para amoldarse a nada si no venía de mi corazón. Engañar y mentir siempre fue como engañarme y mentirme a mí misma. Desde que tengo memoria soy fiel a mí misma y hay una confianza en lo que me dice mi corazón, una confianza en que la respuesta a lo que estoy buscando está adentro. Hay una voz sabia que me guía y me hace seguir buscando, todos los días; pensando, sintiendo y buscando. Y me impulsa a ser cada día mejor.

Desde que tengo memoria miro a la gente a los ojos y veo muchas cosas, muchos sentimientos, amor, sufrimiento, historia; cosas que a veces ni puedo nombrar pero las siento en el pecho y en la garganta como si fueran mías. Muchas veces vislumbro los porqués. Siempre me asustó un poco eso, Mario.  La fuerza con que puedo sentir los sentimientos de los otros. Siento mucho sufrimiento, a veces aún a la distancia. Desde que tengo memoria veo el sufrimiento a mi alrededor y me desgarra como si fuera propio y lloro y lloro y miro para otro lado y me tapo los oídos cuando se transforma en violencia y no puedo escapar. Noto que a veces la gente se escapa de mí porque mis palabras los hacen mirar al fondo de sus espejos.


¿Qué se supone que tenga que hacer con todo esto? Cuando sea la hora, mi corazón me lo dirá. 

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