Yo me venía con una piedrita pintada, una crucecita de lados iguales y
una pulsera de perlas igual a otra pulsera. Yo me venía abrigada de muchos, de
tantos abrazos, y había tanto en cada uno de los muchos abrazos que solo de
tenerlos yo era feliz. No me voy a olvidar más de todos esos abrazos, ahí, al
borde de aquel lado. Fue tan lindo porque al despegar apareció una música que
feli tocaba en la guitarra, pero lo increíble fue que el avión agarró como para
casa, pero desde el aire. Agarró ese camino que yo había hecho muchas muchas
veces. Se me apareció una sonrisa enorme por la música y porque cuando miré
para abajo estaba sobre el pan de azúcar, y después vi el solís grande, piriápolis
con el argentino hotel, el cerro san antonio, el cerro del toro, todo desde el
aire. Después vino san francisco y ahí estaba pta colo, la playa de años, pta
negra, pta ballena, pta el este, la barra, las lagunas de rocha. Todo pasaba
muy rápido pero yo me los llevaba conmigo. Sonaba la guitarra y yo también me
llevaba conmigo todos esos lugares, gracias a ese momento hermoso donde me fue
concedido todo junto, donde me fue concedido volver a recorrer desde arriba
muchas años de camino para poder agarrar uno que me llevara más lejos. Y ahora acá
estoy. Del otro lado.
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