Mario, que tengo que tener cuidado con los espejos altos. Me
decía a mi misma que acá los espejos son altos y apenas me puedo ver la cara.
Me decía que tengo que tener cuidado con los espejos altos que no me dejan
verme y mi reflejo se va, se pierde para mis ojos y no me veo.
Pusimos en mi cuarto un espejo donde si puedo verme. Me veo,
y entonces me veo y es un alivio. Pero hoy tenía unas ganas de otro espejo, de
este espejo y enseguida vine a verme acá y qué alivio que siento de volver a
ocuparme de las palabras, de mi misma. Es que al no verme me escapo, se me
escapa algo que es lo que soy o algunas de mis partes. Qué alivio volver a
encontrarme con esta parte y reflejarme en el papel, en las palabras y verme.
Qué importante verse, Mario, y encontrarse reflejada en los espejos, en las
palabras, en el agua, en la tierra, en los arboles, en el viento, en los otros.
Aquí y allá, en la vida ver un reflejo. Porque en algún lado vivimos de los
reflejos que no acompañan y la consciencia no está sola. Porque hay algo de paz
cuando nos podemos reflejar en todas las cosas. Porque al vernos en todos
lados, al vernos desde el reflejo, no nos ahogamos de nosotros mismos.
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