martes, 6 de diciembre de 2016

Esos momentos

Hay unos momentos, Mario, donde en vez de mirar, veo. Veo, Mario.  Son momentos de espacio, de quietud, momentos vacíos, o llenos de infinito donde me siento parte, donde siento que pertenezco, donde no hay muchos sino uno todito y grande. Me siento grande, Mario. 

No son nuevos estos momentos. Yo creo que mi agua siempre ha sido como una pasadizo, un umbral en mi cuerpo por donde pasar del hacer al ser, del muchos al uno, del mirar al ver. Pero antes se me llenaban rapidito de algo pesado, de algo que faltaba, como a mitad de digerir pero en el pecho y en la garganta. Estaba a mitad de digerir porque es que estaban todos esos niños atrás de la puerta que goteaba. Te acordarás supongo, Mario, de la puerta que goteaba. Y entonces la quietud, el vacío y el silencio se me teñían de ausencia. Sigue habiendo muchos niños, pero ahora cuando golpean, los dejo entrar, y entonces me pueden acompañar en esos momentos de espacio donde me hago más grande, donde nos hacemos uno, con el todo y con los niños. Es como ser a la vez en el cielo y en tierra y tener alas y raíces bien enraizadas en los pies. Y entonces, hay claridad y silencio. 

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