miércoles, 16 de noviembre de 2011

del Día tres...

 ...pensaba, que hay textos que salen para a fuera todos prontitos, que no necesitan retoques, o casi ninguno. Es como dar vida a algo que ya está en todo su esplendor. Algunos nacen verdes -y esta vez me refiero a la inmadurez y me dejo de hinchar con el juego con el verde- pero maduran bastante rápido, mientras que otros maduran lento, lento, lento, y se resisten, y patalean cuando queremos moldearlos, llevan meses ahí en la vuelta, aparecen y desaparecen y vuelven a aparecer hasta cristalizar en algo. Otros simplemente no cristalizan en nada más y se quedan, rebeldes, siendo jirones de algo que podría ser. Y a veces, haciendo limpieza de papeles con palabras, me cruzo con esos jirones. Son como la vida las palabras Mario, son como los seres humanos, terriblemente complicadas. Son exactamente como organismos vivos. Cada cuento, cada texto, cada frase es una y la vez es infinita, en el todo y en sus partes. Las palabras hacen, crean, dan forma, Mario. Por eso al principio era el verbo. Las palabras tienen una historia que no se sabe donde empezó y donde va a parar y son producto de esa historia y a veces se escapan, pero su historia siembre queda en su significado, al igual que nuestras historias se quedan en nosotros. Las palabras son siempre una eterna búsqueda de algo redondito y completo, de la otra mitad, de esa otra cosa que las haga ser enteras, que las haga ser algo más que palabras...

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