Quisiera
mil y una noches de esas, Mario. Y quizá con el tiempo, con los mimos de
palabras calentitas, con los besos soñados, y una narración que te acaricie suavecito,
de a poquito dejes de ser una ausencia. Muchas veces pasa, Mario, que todo
empieza a ser al revés y sería lindo. Y entonces tener tiempo, mucho tiempo de
buscarnos y huirnos y buscarnos y huirnos, como la tierra y el cielo. Mucho
tiempo para sonreír hasta que nos duelan los cachetes y seguir sonriendo.
Sonreír con la boca y con los ojos y con el cuerpo y ser solo sonrisas par el
otro. Y tener tiempo de ser lágrimas también.
Tener tiempo para tener calor y frío y calor y ganas de quedarnos y tiempo
para tener ganas de ganas, solamente.
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