miércoles, 16 de noviembre de 2011

del Día cuatro...


Quisiera mil y una noches de esas, Mario. Y quizá con el tiempo, con los mimos de palabras calentitas, con los besos soñados, y una narración que te acaricie suavecito, de a poquito dejes de ser una ausencia. Muchas veces pasa, Mario, que todo empieza a ser al revés y sería lindo. Y entonces tener tiempo, mucho tiempo de buscarnos y huirnos y buscarnos y huirnos, como la tierra y el cielo. Mucho tiempo para sonreír hasta que nos duelan los cachetes y seguir sonriendo. Sonreír con la boca y con los ojos y con el cuerpo y ser solo sonrisas par el otro. Y tener tiempo de ser lágrimas también.  Tener tiempo para tener calor y frío y calor y ganas de quedarnos y tiempo para tener ganas de ganas, solamente.

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