A ver, que quede claro, esto
es solo para sacar. Entonces es para mí Mario, esta vez es solo para mí y es
probable que solo yo lo entienda y no quiere ser otra cosa. Tú solo prestame tu
oreja Mario, un ratito nomás, y yo te cuento. Necesito contarte aunque no
entiendas. Se me ocurre ahora que sacar sin nada más puede ser lindo, Mario, porque
también es dar de alguna manera. Es dar lo que es, lo que hay. Me voy por las
ramas. En fin…lo que me pasa es que todo vuelve, Mario, me pasa que todo esta volviendo a empezar. Y
yo por suerte soy otra. Volví al principio y yo ya sabía de esto. Cada vez que
me cruzo con él es por algo y nos cruzamos siempre cuando se podría pero en el
fondo no. Igual es curioso que siempre nos crucemos cuando se podría. Pero en
le fondo no. O no se…quién sabe. Yo volví al principio. Al mismo nombre primero
y entonces supe que después lo vería a él también. Había llegado en momento en
el círculo en que me tocaba verlo a él. Y estaba tan tranquila. Tan tranquila.
Porque yo sabía. Y lo único que pude es saludarlo pero yo estaba tranquila
porque sabía que lo iba a volver a ver al otro día. Me hubiera gustado poder
decirle que yo sabía que había llegado el momento en el círculo, que yo sabía
que había llegado el momento de cruzarnos. Es curioso como se mueven las
fichas, como se mueven los círculos, como se tocan, se acarician apenas, a
veces. Yo sabía que iba a ser solo una caricia. Cruzarnos, solo eso. Pero
estaba tranquila. Porque cuando volvemos al inicio del círculo es otro circulo el
que empieza y crecemos. Yo no se si él vino a verme o lo llamé con el
pensamiento. Es más, recién ahora que escribo se me ocurre que puede haber sido
que sabiendo que yo estaba ahí, pesando que sí, que era el momento en el círculo,
haya sido él, o puede que yo, tranquila, lo haya llamado con el pensamiento.
Estaba melancólico un poco. Y había algo en su mirada con lo que me encontré en
el nombre repetido también. Había una tristeza chiquita colada en sus miradas,
había dos pequeños vacíos. Me hubiera gustado preguntarle, para que supiera que
yo sabía del vacío, me hubiera gustado preguntarle …estas bien? Solo eso. Y me
iba a contestar que sí probablemente, pero no importaba. Era para que supiera
que yo sabía y que viera en mis ojos que yo podía contagiarle fuerza. Porque
llenos de fuerza damos eso que somos, eso que es la vida. Porque he descubierto
que me gusta mucho dar, contagiar fuerza siempre que la tenga. Y que en mis
ojos, en mis manos o en mi boca haya miradas, gestos, o palabras que sean como
abrazos calentitos.
martes, 22 de noviembre de 2011
miércoles, 16 de noviembre de 2011
A modo de explicación...
A modo de explicación de esta
cuestión de los días…
Hubo idas y hubo vueltas. Y hubo más idas. Y hubo más vueltas. Y en algunas de esas
vueltas o de esas idas conocí a tres personas que fueron las que hicieron que
esos días fueran. Esto no es para ellas, esta explicación digo, porque ellas ya
lo saben y tienen por algún lado todos los días. Porque los días
fueron para Mario, y para ellos y a ellos y a Mario les hablo, en esos días. Al
resto, al que le interese va, le paso a explicar esta cuestión de los días. Lo que pasa es que como ya
dije en no se qué día, las palabras son como la vida, entonces no se quedan atrás
y también dan vueltas y tienen sus idas y sus venidas. Y a veces pasa –bastante
seguido de hecho- que todo termina
siendo al revés. En este caso al principio fue el blog, aunque había algunos textos que ya
eran antes de ser el blog. Pero después se fueron convirtiendo en otra cosa,
una cosa entera, de donde salen estos fragmentos de días y sucede ahora que fragmentos
de los días vienen a parar al blog cuando antes eran fragmentos del blog que
iban a parar a los días. No hay solución. Así de complicadas son las vueltas de tanta ida y tanta venida. Y para peor, para seguir dando vueltas, se llaman igual, el blog y los días, se llaman
escribiéndole a Mario. En fin, yo me divierto bastante. Pero para ustedes, no se si ahora esta más claro o más enredado,
este lío de idas, de venidas, de vueltas, de fragmentos de los días.
del Día siete...
Sueño hacer real
una vaga presencia que
en el presente
es tan real como la
realidad ausente
que tienen los sueños.
Me aferro adicta
al dulce sabor de ese
mundo de ensueños
que tierno y con fervor
satisface mi necesidad
de creer
posibles los sueños.
Pero inocente es el
sueño que sueña
que seas real y no
ensueño.
Amarga realidad,
dulce queda el sueño.
Con estas palabras se inauguró mi escritura, hace
algunos años ya. Se inauguró el juego y se me despertó como una intuición que a
veces me dice que tengo palabras que quieren salir. Y el juego, la intuición,
todas estas páginas, Mario, estos siete días de palabras, son producto del
sueño ese que aparece en el primer verso…
…Hay muchas historias que
vuelven al principio, como volví yo, citando los inicios de mi escritura. Y
cuando hacemos análisis, decimos que son libros o textos circulares, y eso de
morderse la cola, se interpreta algunas veces como algo asfixiante, de donde no
hay escapatoria. Y nunca me pareció del todo bueno ese análisis porque no tiene
en cuenta todo lo que pasó en el medio. No tiene en cuenta el cambio que es
constante en todos y para todo, hasta para los personajes de los libros. Y
vivimos muchas veces volviendo al principio, pero a otros principios, que
podrán parecer iguales pero son siempre diferentes, porque hay cosas que pasaron en el medio.
Estas páginas son lo que pasó en el medio. Y yo, y estas palabras también,
volvimos al principio, de mi sueño, de ese sueño del primer verso, es decir,
también, de mi escritura…
del Día seis...
Brindo por los que les gusta darse la cabeza varias veces
contra la misma pared. A veces, cuando me decepcionan, pienso que tendría que
aprender a nunca llevar el corazón conmigo…por si me lo quitan. Es que sueño
demasiado yo. Me cansé de escribir con sentido, hoy estoy cansada. Y voy a
escribir como venga, como salga, como quieran ellas, las palabras. El sol se escondió escondido detrás de unas
nubes. Claro, es que no se puede escribir con gente alrededor, pobre sol.
Sucede que el alma no se muestra siempre, como el sol al atardecer. Cómo hacer
para ser que rima y quiere seguir, pero me quedé sin palabras. Así es. Con un
buzo color salmón. Es como yo el sol que en su momento más esplendido se
asegura de tener un escondite para camuflar lo que pueda sobresalir. Pero que
no te vea tirar ciruelas. Me gusta el color de las ciruelas y qué bonito que es
también el color del mar justo justito después de la puesta del sol. Es azul
piedra y brilla pero opaco. Oxímoron se llama eso. Qué lindo. El color azul
piedra digo, no el oxímoron. El oxímoron tanto da. Como jugar y ser jugando.
Son ranas…y olas. Ser como las olas y no como las ranas y del color del mar
justo justito después del atardecer y después la sobriedad y el misterio. Azul
piedra. Luna, luna, luna llena, menguante. Linda
canción. Semi-oscuridad. O circularidad o bipolaridad. Todo con -dad.
Que chiste. Sí, pero de las palabras. “Eso es todo amigos”, de lo sin sentido
pero no tanto.
A veces, Mario, releer algunas de mis palabras me
puede poner triste porque son recuerdos de paraísos perdidos. Otras, muestran
el cambio porque ya no son, como estas…
del Día cuatro...
Quisiera
mil y una noches de esas, Mario. Y quizá con el tiempo, con los mimos de
palabras calentitas, con los besos soñados, y una narración que te acaricie suavecito,
de a poquito dejes de ser una ausencia. Muchas veces pasa, Mario, que todo
empieza a ser al revés y sería lindo. Y entonces tener tiempo, mucho tiempo de
buscarnos y huirnos y buscarnos y huirnos, como la tierra y el cielo. Mucho
tiempo para sonreír hasta que nos duelan los cachetes y seguir sonriendo.
Sonreír con la boca y con los ojos y con el cuerpo y ser solo sonrisas par el
otro. Y tener tiempo de ser lágrimas también.
Tener tiempo para tener calor y frío y calor y ganas de quedarnos y tiempo
para tener ganas de ganas, solamente.
del Día tres...
...pensaba, que hay textos que salen para a fuera
todos prontitos, que no necesitan retoques, o casi ninguno. Es como dar vida a
algo que ya está en todo su esplendor. Algunos nacen verdes -y esta vez me
refiero a la inmadurez y me dejo de hinchar con el juego con el verde- pero
maduran bastante rápido, mientras que otros maduran lento, lento, lento, y se
resisten, y patalean cuando queremos moldearlos, llevan meses ahí en la vuelta,
aparecen y desaparecen y vuelven a aparecer hasta cristalizar en algo. Otros
simplemente no cristalizan en nada más y se quedan, rebeldes, siendo jirones de
algo que podría ser. Y a veces, haciendo limpieza de papeles con palabras, me
cruzo con esos jirones. Son como la vida las palabras Mario, son como los seres
humanos, terriblemente complicadas. Son exactamente como organismos vivos. Cada
cuento, cada texto, cada frase es una y la vez es infinita, en el todo y en sus
partes. Las palabras hacen, crean, dan forma, Mario. Por eso al principio era
el verbo. Las palabras tienen una historia que no se sabe donde empezó y donde
va a parar y son producto de esa historia y a veces se escapan, pero su
historia siembre queda en su significado, al igual que nuestras historias se
quedan en nosotros. Las palabras son siempre una eterna búsqueda de algo
redondito y completo, de la otra mitad, de esa otra cosa que las haga ser
enteras, que las haga ser algo más que palabras...
Casa
Un regalo de papá para el blog....este es el refugio y ahí estan, los lagartos y la yara, el timbó los cipreses y los aloes, el rancho y la casa nueva, el estanque, el parrillero, la portera, el tendedero, el banco, las colas de zorro, el puente, las rocas, la playa, los barcos, el faro, la tierra, el agua y el cielo.
domingo, 6 de noviembre de 2011
Seda.
"-Tú estabas muerto.
Dijo.
-Y no quedaba ya nada hermoso en el mundo."
Mario. Una mañana en una terraza. Una pareo violeta esparcido sobre un piso de baldosas calentitas. Mi pelo, libre, esparcido. El sol y mi piel blanca, muy blanca. Y un libro.
Seda.
Una escritura poética con pliegues, con curvas hermosas. Sus pausas, sus palabras repetidas, todo un libro que era como una caricia, suave, sutil, tierna, conmovedora, leve, melancólica. Todo un libro contenido en un título. Seda.
Y escribo y noto, en mis palabras, como se reflejan sus pausas, sus curvas, su caricia imperceptible.
miércoles, 2 de noviembre de 2011
Ellas (y yo)
Con las palabras sacamos vida para afuera, sacamos alas, besos, y verdes y azules y noches estrelladas. Pero si las forzamos a encajar es como que se quedan ahí y no trascienden y se quedan siendo solo palabras. No muestran que son universos que tienen toda la energía del universo, que tienen el amor y la vida en sus letras. En esos instantes no las quiero, las rechazo, detesto que se queden cortas y que todo lo de adentro y lo de afuera para sacar quede inexplorado. Pero no son ellas en realidad, soy yo que no se encontrar la vida que tienen adentro y me quedo solo con el caparazón, con palabras secas que no me muestran la magia de una noche estrellada. Soy yo que no se esperarlas y tenerles paciencia hasta que den flores hermosas. Hasta que me muestren la vida y el universo y el amor que está afuera y adentro de ellas. Hasta que lleguen al fondo y me hagan quedar maravillada frente al misterio del cielo nocturno que brilla y la vez es oscuro. Yo quiero todo eso que hay en las palabras, quiero los misterios entonces es mejor dejarlas y solo saber que hay temporadas que vienen y hay temporadas que desaparecen, y van y vienen y desaparecen. Cuando se van las extraño. Me pregunto donde andarán. Pero cuando no están, no están, así que mejor no las busco, no hay impulso, porque no están. Y espero y les doy tiempo como hacía Felisberto porque son como un vacío que cuando se agranda mucho enseguida aparecen. Y se llena todo de nuevo de palabras que arañan, que duelen, que acarician, que susurran, que se ríen a las carcajadas. Palabras que son como un relajo de palabras, que se marean, que se entreveran y andan al tún tún jugando, respirando profundo y acariciando plantas convencidas de que las plantas sienten las caricias.
martes, 1 de noviembre de 2011
Experimento color maceta
Elegir una –entre miles (de palabras?)- :
maceta
- cóncava, acogedora, abrigadita,
y color maceta -
de un terracota claro que es un color calentito.
Digamos que con una planta,
grande o chiquita, mas grande o minúscula
-pero verde-.
Podría estar vacía pero la quiero llena,
quiero sus hojas, entonces
-verdes-
esta llena (la maceta).
Entre miles (no es un detalle: sin paréntesis)
ser como una planta – verde-
de muchos verdes y en una maceta
-cóncava, acogedora, abrigadita y color maceta-
Juntar caricias de agua y caricias de sol
hasta poder dar.
(Entre miles –dos palabras- :)
solo eso.
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