sábado, 2 de junio de 2012

Un poco de L mayúscula


Cuando lo leo, sistemáticamente termino escribiendo.
Escribiendo en mis hojas, en mis cuadernos, en cualquier lado,
escribiendo en sus márgenes, subrayando sus palabras,
sacando flechas para todos lados…es el indicio más seguro
de que estoy frente a  Literatura, de la que se escribe  
con L mayúscula.

 “Yo no quiero decir cómo es ella. Si digo que es rubia se imaginarán a una mujer rubia, pero no será ella. Ocurrirá como con el nombre: si digo que se llama Elsa se imaginarán cómo es el nombre Elsa. Ni siquiera podrían imaginarse cómo es una peinilla que ella se olvidó en mi casa; aunque yo dijera que tiene 26 dientes, el color, más aún, aunque hubieran visto otra igual, no podrían imaginarse cómo es precisamente, la peinilla que ella se olvidó en mi casa.”

Dice Jorge Monteleone en un muy buen prólogo a  Los libros sin tapas de Felisberto Hernanadez: “el primer párrafo de Elsa es una de las más felices y exactas definiciones del objeto amoroso en su condición paradójica de ser único e irreductible para el sujeto enamorado”
Pero no es también este párrafo, y siempre la escritura felisbertiana, un arte poética? No es siempre una cacheta que nos recuerda una y otra vez el límite, la imposibilidad de las palabras? Me suena a “Encontraría a la Maga?” No estamos hablando de los mismo, una y otra vez de lo mismo? La eterna búsqueda del completo, ese completo que es por definición un imposible? El absurdo de que un imposible sea la razón misma de ser del amor y de las palabras? Por eso en la escritura de Felisberto el “tema” no es importante, por eso no necesita palabras complicadas que ya tiene bastante trabajo con las simples, por eso la escritura de Cortázar se da vueltas, se retuerce, se desordena, se hace arbitraria; por eso es arbitraria la unión entre significado y significante en Felisberto, por eso la disociación, por eso se aleja de las interpretaciones convencionales de los referentes. Porque están en la búsqueda. Eso los hace grandes. Lo importante es la escritura misma, el sacar a las palabras de la estantería inamovible y empolvada, de hacerlas reaccionar, hacerlas decir otra cosa, hacerlas decir todas las cosas, hacerlas ser uno con la cosa, con el otro, hacerlas ser la cosa que por definición no pueden ser. Por eso la Maga es una obsesión, por eso en Felisberto todo es una obsesión, las caras, los objetos, hasta el agua, se intenta que las cosas sean objetos y no palabras para poder aprehenderlas, por eso no hay comienzo ni fin, por eso no hay orden, o hay infinitos ordenes, por eso hay solo narración que continúa, por eso es una escritura en el umbral que vive insatisfecha, porque se sabe insuficiente, porque sabe que el absurdo es inminente en una búsqueda absurda….pero sigue, busca, narra aún cuando el fracaso el pisa los talones, aún cuando el desencuentro es inevitable a no ser…a no ser que haya una fuga y de golpe, por un instante…paf… se abran todas las puertas….la poesía, la creación, otro génesis, un chispazo de energía.

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