Esto es así, sin digerir.
Estoy aplastada. Quiero salir y ni eso puedo. Es cielo está gris y
aplastado, la planta del living está aplastada. Es que la casa tiene todas las paredes llenas de fastidio y
las cortinas llenas de rechazo. Tiene los rieles apretados y las bisagras
tensas de aguatar la rabia. Y entonces cuando no pueden más se la agarran
conmigo que vine después, que no estaba antes. Se la agarran conmigo pero no me
dicen nada. Se quedan calladas las paredes y las cortinas también se quedan
calladas. Y nadie dice nada. La planta del living se está muriendo aunque la cuido siempre. Es que escucha lo no dicho todo el día y seguro le pesan las
palabras no dichas. Será por eso que estoy aplastada. Las cosas de esta casa no
están en paz consigo mismas. Se nota en las sillas y en los cubiertos y en la alfombra
están las huellas y en las cortinas altas y pesadas que se ponen testarudas y
no se mueven. Yo traté de quererla a la casa pero cómo se hace para querer a
algo que no puede querer a nadie porque está taponeado de inseguridad y enojo.
Está todo el tiempo enojada la casa, demasiado tiempo enojada. Es con ella
misma que está enojada, es con ella misma que se siente incómoda, son sobre
ella misma las dudas, no conmigo, ya lo sé, pero yo estoy acá y recibo todo,
toda la rabia de no decir nada, de no decirse nada. Y si le decís unas palabras
de cariño se pone arisca y hace el esfuerzo de lastimarte para que no la
quieras. Yo estaba abierta a quererla, probaba de darle algunas caricias pero
me chocaba contra las cortinas y las ventanas mal aisladas de la casa por donde
entra viento frío siempre y no se puede conservar ningún calor. Las paredes
susurran a mis espaldas. Susurran sobre mí el enojo sobre ellas mismas. Son
inestables e incapaces de decime las cosas a la cara a través de los espejos.
Yo no aparezco en los espejos casi nunca. Es como si no existiera en esta casa.
Como si fuera un fantasma. Fue por algo que si en algún momento le quise decir
a la casa que la quería, fue por algo que si en algún momento tuve esas
palabras en la boca, no las dije. Lo raro es que a pesar de estar aplastada es
como si después de tantos años se me hubiera ido la rabia, se me hubiera ido el
enojo y solo me queda un poco de tristeza a veces y el estar aplastada. Me
duele un rato y después se va a veces pero no me enojo y me queda la lástima de
ver tanto enojo por todos lados y tanta rabia por todos lados. Yo tengo la
palabra, tengo el diálogo, tengo el decir, tengo el buscarme todos los días
otra vez y mirarme a los ojos y verme que me estoy viendo con los ojos
abiertos. Y que mi búsqueda sea no segura, pero tranquila.
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