Hoy era su cumpleaños. Pero no me acordaba. Es que casi no me acuerdo nada de ella. Me acuerdo solo vagamente, de una mirada, tranquila, casi resignada a veces, y tan cansada a lo último. Una mirada desde el fondo y hasta el fondo, que se volaba a veces y paseaba por ahí. No me dejaban verla a lo último, no me dejaban. No se de qué dolor querían prevenirme porque el dolor estuvo igual después. No me acuerdo de ella pero me acuerdo del dolor, después, cuando no estaba más. Me acuerdo si, de unas manos bastante grandes, amplias, o por lo menos me lo parecían a mí en ese entonces, como las que tiene mi mamá también y quizá haya algo de eso en que me guste mucho la gente con manos grandes. Tenía manos para dar mucho y se quedaron cortas. Quizá si buscara para adentro adentro encontrara otros recuerdos. Quizá. Pero es que en cierto modo ella también fue una ausencia porque no supo o no pudo contra un mundo que invadía sus espacios y le quitaba de las manos lo que tenía para dar. Ayer, que es otro ayer del ayer de cuando empecé a escribir esto, había luna llena, una luna gigante que iluminaba todo y pensé en ella y le hablé, desde adentro, mirando la cara de la luna, y me pareció que finalmente, ahí estaba ella.
Hoy 1 de octubre era su cumpleaños. Tenía las manos calentitas y tiernas. Yo también pienso en sus manos. La última energia que le quedaba la uso como siempre para calentar las mias.
ResponderEliminarHoy me senté en su silla y le hablé. Seguimos estando muy cerca.
Anónima Noel