Hoy me acompaña una tunita chiquitita. Es como las grandes pero chiquita. Tiene sus espinitas que todavía no pinchan mucho y tiene unas raíces chiquitas también. Es verde y en eso no difiere de las otras tunas. La agarré del piso. La elegí porque la vi primero. Agarré una pala y aflojé la tierra al rededor para que salieran las raicitas, la agarré de una de sus espinitas y afuera. Usted se viene conmigo y no se preocupe que yo la voy a cuidar, sabe? Aunque no va a necesitar mucho cuidado cuando sus espinas se pongan fuertes. Yo ahora la cuido bastante y después, usted, cuando sea un poco más grande y tenga más uso de razón, le doy permiso para pincharme a mi también cuando considere que sea muy necesario, ta? le parece bien? pero que sea despacito, igual. Tonces quedamos así. Y a cambio usted después me cuida a mí también.
Cerramos esa especie de trato con la tunita bebé. Todavía no sabe hablar bien, porque es muy chiquitita, y no se si entendió todo lo que le dije, capaz que le hablé muy rápido, pero me pareció que le parecía bien, por lo menos la parte en que la voy a cuidar, porque donde estaba había mucho viento y mucha arena y mucho frío. Siempre me gustaron las tunas, Mario, porque muestran al mundo sus espinas, se protegen, pero adentro, en el fondo, son pura agua y la cuidan al agua, la saben guardar aunque el mundo sea hostil. Adentro, siempre agua.
Que sintonia! Iba a subir las fotos de mi Acacia, pero no he tenido tiempo. Le saque fotos y todo con esa intención. Ya vas a ver! :)
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