Acá me tenés una vez más en la encrucijada, en la
desembocadura, toda revuelta como en ensalada, patas para arriba, y buscándome.
No es que a este lugar no lo conozca, ya estuve aquí, pero nunca antes me
tiraste en una corriente de las que cambian tan fuerte. Me refleja
impermanencia e incertitud por todos lados, y acá estoy, como aprendiendo de
nuevo a nadar como se pueda. Fuiste tú o
fui yo que me tiré a mi misma a la corriente? Es que tengo que admitirlo, es
verdad que tengo ganas de nadar, pero me tenés todavía un poco desconcertada,
mirando esas aguas de las que cambian, mirando las preguntas, las dudas, los
miedos, las proyecciones, las esperanzas, el amor, las conexiones nuevas. No me estás ofreciendo puentes, me estás
obligando a nadar. Y esta corriente que cambia es sin duda reflejo de algo
fluyendo nuevamente adentro. ¿Cómo es que todo esto me genera a la vez curiosidad, confianza pura y
terrible miedo? Ayúdame, todo todo y grande, a enamorarme de lo desconocido, a entregarme
a lo impermanente y a confiar en ti.
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