Para los que me preguntaron sobre él. Nació en junio, el 22 creo. Los dos patos. Y era como una idea o un sentimiento. No tenía forma ni nada. No tenía cara, ni ojos, ni cuerpo, no tenía no tenía porque no tenía nada. Pero nació después. De la nada. En junio, un 22 creo. No sabía ni como llamarlo yo. Era toda una amante inexperiente. Era raro. Porque no sabía muy bien como bautizar algo que había nacido siendo solo una idea y que en realidad no era nada. No sabía ni si tenía derecho. Sigue siendo nada aunque en realidad ya es algo por que tiene un nombre y tiene esto. Es un nombre provisorio que le encontré, hasta encontrar el verdadero, porque soy inexperiente en nombres. Nació un día de un impulso que vino y que fue una mezcla de ganas viejas de sacar las palabras y de haber conocido a alguien que me animó y me cambio en la fuente. Y ta, nació él. Era un día de esos en que le pregunto cosas raras a la gente y me puedo quedar rato rato mirando el fuego o el cielo o un árbol o el humo de un incienso que tiene formas lindas de cinta de aire. Agachadita ahí, mirando. Era un día de esos. Y entonces me acordé de la flor de lis, de Marosa y de su Mario, que era su amor y su ausencia, su deseo y su vacío. Entonces intuí que ese podía ser el nombre, para él, para el nacido en junio o vaya uno a saber en que fecha nació de verdad. Pero no sabía bien, así que intenté saborear el nombre despacito, con cuidado. Era extraño al principio y me sabía como algo ajeno pero se me ocurrió que de hecho, todo en él me era ajeno, indescifrable y borroso como el futuro, como esto, entonces supe que le iba bien ese nombre provisorio y lo repetí varias veces para acostumbrarme a los sonidos. Se llama Mario, pero como ya dije, es una ausencia. Mientras, para que vaya sabiendo, le dedico mis palabras.
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