en el profundo espejo del deseo,
o fue divina y simplemente en vida
que yo te vi velar mi sueño la otra noche?
En mi alcoba agrandada de soledad y miedo,
taciturno a mi lado apareciste
como un hongo gigante, muerto y vivo,
brotado en los rincones de la noche
húmedos de silencio,
y engrasados de sombra y soledad...
Delmira Agustini, “Visión”, en Los Cálices Vacios, 1913
No me gustan mucho las antologías. Ni de escritores ni de personas. Son vacías las antologías. Para un rato está bien. Pero solo para un rato. Solo se llega a sospechar y nunca a saber lo que es, son como flotar en la superficie del otro. Entonces, es mejor uno solo, quiero decir dos, dos personas o un lector y un escritor. Aunque a veces te harte pero podés llegar a predecir y que te predigan también. Y eso vale la pena. En Visión de Delmira intuyo por ejemplo la falta de amor, intuyo que el deseo es vacío en el fondo por que riega su poesía con palabras de mármol, de sombra y de frío que siguen y siguen y están más próximas a la muerte que a la vida que hay en el deseo. Intuyo pero no se. A eso me refiero. Entonces, aunque haya silencios, prefiero el dos al muchos. Y no me molesta el silencio. Me gusta charlar, y conocer jugando los adentros y los profundos que me quieran mostrar y yo mostrar también. Del otro y de la poesía. Jugar a leerse de a dos. Es mucho más lindo que las antologías.
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