Es como una playa tormentosa porque hay mucho viento. En la mitad de la
tormenta las palabras no vienen. Hay mucho movimiento y las palabras se pierden
en las olas de agua. O quizá es porque no les doy tiempo, no les doy espacio
para ser, en mitad de la tormenta. Quizá no las dejo ser tormentosas y
contradictorias, no las dejo ir en todos los sentidos, estrellarse las unas
contra las otras salpicando agua y tormenta. No las dejo ser como olas de agua
adentro. Eso pasa ahora, Mario, como en una playa tormentosa, hay mucho viento
y las olas de agua se mueven mucho. Todo se siente inconcluso. Y pareciera que
todo va a cambiar en cualquier momento. Me siento como en la mitad. Estoy en una playa
tormentosa porque hay mucho viento pero con el cielo abierto. Esto parece un
pronóstico del tiempo. Qué más da. Que las palabras salgan tormentosas. Que
haya tormenta y olas y viento. No terminan de cerrar, no terminan de ser
coherentes y se chocan. Se estrellan y se contradicen porque son palabras de
mar tormentoso, son como las olas de agua en una tormenta pero con el cielo
abierto. El viento cargado de agua me despeina y me deja expuesta adentro. Yo
me muevo. Estoy cargada de olas de agua. Camino por la orilla y veo toda la
basura y algunos tesoros, las partes de mí y las palabras que están dejando las
olas de agua en la orilla. Las palabras que trajo la tormenta a la orilla. Yo
camino por la orilla y me encuentro reflejada en la tormenta y en la basura y
en los tesoros que salen del agua. Y el agua queda más limpia. El viento limpia
el cielo y la tormenta limpia el agua. Como adentro mío, limpiar y juntar los
tesoros que estaban en el agua y salieron para afuera con la tormenta. Pero sin punto final. Todo está inconcluso, todo está en la mitad
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