Tenía
ganas de escribir. De escribir cualquier cosa que no fuera cualquier cosa. Cualquier
cosa que fuera todo lo contrario, que sonara con el sonido que hay en cada una
de las cosas. Un algo que fuera como escuchar
el batir de las alas de una mariposa, que es una y a la vez muchas más cosas.
Una y quizá todas las cosas. Que las palabras no fueran palabas sino el origen.
Una escritura del antes, del antes del significado, una escritura del inicio.
Volver al sonido que es el vestigio del antes del tiempo. Y explorar el
nacimiento. Nadie escuchaba. En el silencio. Parto. Piel. Papel. Una caricia. Y de la nada… el
batir de las alas.
Escribir hasta que las palabras se transformen en alas suaves y etereas. Que salgan volando las palabras y lleguen a mi que estoy aca tan cerca/lejos. Que estoy. En el silencio o con un coro de niños franceses que cantan en el cuarto de mi amor. Esto es como mandarte señales de humo. Mandarte palabras que vuelan. Que van volando...
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