Es casi otro tipo de meditación, pero esta vez con los ojos
bien abiertos y las manos en la tierra. Voy y vengo, hay muchas macetas, hay
tierra por todos lados. Tierra, agua, mis manos todas negras y muchas plantas.
Ver crecer, regar, cuidar. Qué textura linda tiene la tierra. Tierra seca y
barro aguachento. Qué lindo el barro que da vida. Plantar y ver crecer, dar
vida y dar vida al aire que necesito para mi propia vida. Se siente tan natural
como respirar. Plantar, trasplantar, regar, cuidar y ver cómo junto con ellas,
a mí también me crecen raíces. Me es tan natural tener las manos en la tierra.
De la misma botella, un traguito para mi, un chorrito para ti. Qué rica el
agua, qué placer compartirla. Siento la vida en el agua y las plantas me dicen
cuando tienen sed. Algunas me dan aire, algunas me dan sabor en mis comidas,
algunas me dan comida o me curan. Yo les hablo y les cuento cosas, les agradezco
cada vez. Es fácil, un día por mí, un día por ti. Algún día yo también las
alimentaré a ellas.
miércoles, 27 de agosto de 2014
Así de simple
Todo es por tus sonrisas. No dejo de sorprenderme cuando te
veo sonreír. En tus sonrisas te veo. Te veo a ti. Casi sin conocerte, te veo
entero. Hoy, fue como una caricia suave, cálida, tan tierna, tan íntima,
verdadera, como si fuera un regalo solo para mí. Enseguida tus ojos se van, se
escabullen, se filtran para esconderte y protegerte de no sé qué que te asusta.
Pero yo ya te vi, te descubrí, la vi a tu sonrisa y en ella te vi entero. Y me
quedo con algo cálido, con una especie de confianza. Me quedo con unas ganas de
abrazarte, tocarte, sentirte cerca. Y todo es por tus sonrisas.
Sabor extraño
Hablar contigo me deja un sabor a vacío del que me había
olvidado. Un sabor a vacío y a lejanía en la garganta y en el pecho. Me deja
como en un borde, como en un filo. Me deja incómoda en mi cuerpo, ansiosa, me
deja buscando, esperando más. Hablar contigo me deja como una cosa encendida
que quiero que se apague y no se apaga, y está ahí, y no se va, y yo me
pregunto de dónde salió, me pregunto cómo fue que me agarró desprevenida y así,
tan fuerte y con tan poquitas palabras. Tus palabras me dejan sorprendida de la
sed, de la sed que me golpea, de la mucha sed que estaba escondida y se
despierta de golpe cuando leo tu puchito de palabras, cuando leo tus palabras
que vienen como en cuenta gotas. Y yo tengo sed. Yo quiero más porque no se
apaga. Quiero más palabras y quiero más. Más que palabras. Yo quiero más y
hablar contigo me deja como en un borde, como en un filo, con sed, y sin agua.
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