Lo maravilloso de los abrazos es el amor, es decir, que dar y recibir
se vuelven una misma cosa.
Hoy lo que necesito son abrazos. Respiro. Adentro. Afuera. Adentro.
Afuera. Me relajo y mi respiración se relaja. Entonces empiezo a dar y recibir abrazos.
Pienso en mis amigos del alma y me dedico un tiempo para darles un abrazo a
cada uno. Me tomo todo el tiempo que necesito hasta que siento su presencia
dentro de mí, llena de recuerdos e historia. Siento el amor y la energía del abrazo, las ganas de
abrazarlos, y los abrazo. Es un momento mágico. Cada abrazo es diferente y
especial según la persona. Siento si el abrazo es apretado. Siento si el abrazo
es tranquilo. Siento si es intenso o relajado. Siento como se siente estar
entre los brazos y tener entre mis brazos a esa persona. Lo siento en mi
cuerpo. Y me siento maravillada de poder abrazarlos y que estén para mí en el abrazo. Pienso en mis
hermanos y les doy un abrazo. Observo cómo cada uno de los dos genera en mí sentimientos diferentes durante el abrazo.
Siento como los quiero con toda mi alma y siento la maravilla de tenerlos como
hermanos. Me dan ganas de un abrazo de a tres y los abrazo a los dos juntos
también. Pienso en mi mamá. Pienso en el
abrazo. Pienso en los sentimientos que me genera su abrazo. Pienso en mi papá y
le doy un abrazo. Pienso en lo que me genera ese abrazo. Me dan ganas de otro
abrazo de a tres y luego de uno de a cinco. Me maravillo de la fuerza de ese
abrazo. Pienso en otros miembros de mi familia a los que quiero abrazar o de
los que quiero recibir un abrazo. Me tomo el tiempo de encontrarlos uno a uno
dentro de mí y de abrazarlos y de dejar que me abracen. Respiro. Me siento
feliz de tantos abrazos.